CapÃtulo 6:Sin castigo
Apenas la
puerta de la habitación de Haechan se cerró, éste se lanzó a los brazos de
Mark.
-¿Estás bien?
– preguntó el ángel, tomándole de la barbilla.
-Creo, es
sólo que— - Haechan se quedó callado observando fijamente los delgados labios
del mayor.
Mark soltó
una risilla. Acercó más su rostro al de Haechan, hasta que sus frentes
estuvieron juntas.
-Eres hermoso
– exclamó el mayor sobre los labios del demonio para finalmente acortar la poca
distancia que les quedaba y besarlo suavemente.
Haechan dejó
que aquella sensación que desde unos minutos atrás habÃa llegado de repente,
invadiera su cuerpo. Mark condujo a Haechan hasta la vieja cama que habÃa ahÃ;
el demonio no ponÃa resistencia alguna, dejaba que la situación tomara su
propio rumbo.
Mark metió
una mano por debajo de la camisa gris del menor, acariciando con delicadeza su
piel, como si fuera a romperse con el mÃnimo rose; sintió cómo la piel de
Haechan se erizaba al pasar sus dedos. Dejó de besarlo para verlo a los ojos.
-¿Sabes que
si sigues no hay vuelva atrás? – murmuró Haechan.
-Lo sé y no
me importa – respondió sonriente.
Haechan lo
atrajo a sus labios; mientras lo besaba le quitaba aquella camisa amarilla.
Mark se separó de su boca para besar su cuello. La respiración del demonio
comenzó a acelerarse haciendo el momento más tentador.
Entre besos y
caricias, ambos terminaron de quitar el resto de sus ropas. Las bien formadas
piernas de Haechan parecÃan haber despertado cierta obsesión en Mark, el cual
no dejaba de acariciarlas y de vez en cuando apretar sus muslos un poco.
Haechan
decidió tomar la iniciativa. Comenzó a acariciar el pecho de Mark lenta y
suavemente hasta llegar a su miembro. El ángel dio un respingo que asustó a
Haechan.
-L-lo siento
– Haechan comenzó a alejar su mano.
-No, está
bien – Mark le detuvo la mano.
Haechan
comenzó con movimientos lentos de arriba hacia abajo, sacándole gemidos al
ángel. El menor se mordÃa el labio inferior, disfrutando de aquella imagen de
Mark sonrojado y con los labios entre abiertos.
-Espera –
jadeó Mark, haciendo que Haechan saliera de su transe -Aún no me quiero venir…
-Pero–
Mark empujó a
Haechan, haciendo que este quedara completamente recostado en la cama; se hizo
espacio entre sus piernas, Haechan se veÃa algo confundido pero a la vez
ansioso. El ángel movÃa dos dedos en el interior del menor.
-¿Duele? –
cuestionó Mark.
-Ah… no
preguntes – contestó Haechan.
El mayor
retiró ambos dedos con brusquedad, ganándose una palmada en el hombro por parte
del demonio. Ambos sabÃan lo que seguÃa, lo habÃan estado esperando.
Mark tomó su
miembro y lo dirigió a la entrada del menor; Haechan trataba de relajarse pero
de pronto, sintió cómo Mark entró completamente en él.
-¡Mark! –
gimió fuertemente para luego cubrirse la boca con ambas manos; habÃa olvidado
que estaba en el orfanato y que probablemente todos estaban durmiendo.
El aludido
retiró ambas manos de la boca del demonio, para besarlo con hambre a la vez que
comenzó a moverse con brusquedad. Haechan querÃa decirle que lo hiciera más
lento, pero los labios y la lengua del ángel no le permitÃan articular palabra.
El demonio echó
la cabeza hacia atrás debido a la innumerable cantidad de sensaciones que
estaba experimentando en ese momento, Mark aprovechó para besarle y morderle el
cuello.
-M-Mark–… ah
– gimió el demonio, enterrando las uñas en la espalda del ángel.
-Ya sé… yo
igual – jadeó el mayor.
El ángel dio
unas estocadas más, entre las cuales Haechan se vino.
-Haechan –
habló Mark, haciendo que el demonio le mirara fijamente. Mark le besó con
suavidad, terminando dentro de él.
El mayor se
recostó a un lado de Haechan, el cual intentaba regular su respiración.
-¿Estás bien?
– preguntó el ángel a lo cual el demonio asintió con la cabeza. Mark tomó la
sábana vieja que habÃa en la cama del menor y los cubrió a ambos -Que descanses
– besó la frente de Haechan.
-Tú igual –
dijo el menor, acomodándose entre los brazos del ángel.
ðŸŒ
[ Al dÃa
siguiente ]
Haechan abrió
los ojos y lo primero que vio fue la espalda de Mark; acarició con suavidad
aquellos rasguños que habÃa dejado la noche anterior, sorprendiéndose de ver
sus largas uñas de demonio.
-No es verdad
– exclamó incorporándose de golpe en la cama, despertando de paso al ángel.
Haechan miró
sus manos con detenimiento y sÃ, ahà estaban sus largas y peligrosas uñas.
Llevó una mano hacia su espalda, sintiendo sus alas.
-¿Haechan? –
exclamó Mark, algo adormilado.
-¡Regresé! –
gritó con felicidad.
Mark abrió
los ojos enormemente, tratando de procesar lo que estaba viendo.
-Tu cabello…
- exclamó el demonio.
-¿Qué tiene?
– Mark lo tocó, pero no sintió algo extraño.
-Es negro –
agregó Haechan.
-Oh – fue lo
único que respondió el ángel. Justo como Taeyong le habÃa dicho.
-¿Es malo?
¿Por qué pasó? – preguntó el menor.
-No es malo y
pasó porque… bueno… por lo de anoche.
El demonio se
sonrojó y bajó la cabeza. Mark se sentó en la cama y le acarició una mejilla.
-Me alegra
que hayas regresado – dijo.
El demonio
sonrió, mirándolo fijamente a los ojos.
-¿Y ahora?
¿Qué harás? – preguntó Mark.
-Bajar al
infierno, aunque seguramente ya saben que terminé mi castigo.
-Espera… -
Mark hizo una pausa -Sà habÃa otra manera de terminar con el castigo y era–
-No, la única
manera de romper con el castigo era haciéndolo con una ángel que… - Haechan tomó
aire -Estuviera enamorado de mÃ.
Mark sintió
su rostro hervir.
-N-no sabÃa
cómo decÃrtelo – el menor hizo un puchero.
Mark le dio
un beso fugaz.
-Pues ya
sabes mi secreto.
Haechan
sonrió, acariciándole el cabello.
-Me gusta más
de este color – le dijo al ángel.
Mark soltó
una risilla.
-¿Te quedarás
una semana como humano?
-Sà – bufó el
mayor.
-Entonces me
quedaré contigo.
Mark abrazó a
Haechan y volvió a acostarlo en la cama.
-¡Auch! ¡Mis
alas! – se quejó el demonio.
-Hmm… tenemos
que hacer algo con eso, quizá tenga que pedirle ayuda a Taeyong.
Haechan le
dio una palmada en la cabeza.
-¡Qué
tonterÃas dices! – exclamó el demonio.
ðŸŒ
[ Una semana
después ]
Taeyong
conversaba con uno de sus compañeros cerca de la entrada al cielo, de pronto,
notó algo extraño.
-Mark –
murmuró para sà mismo -Hablamos luego – le dijo al ángel con quien platicaba. Caminó
rápidamente hacia donde Mark se encontraba.
-Taeyong,
hola – saludó el ángel.
-Hola –
respondió el pelinegro, envolviendo a Mark en un fuerte abrazo.
-¿Por qué fue
eso? – preguntó el menor.
-¿Crees que
te dejarán entrar cuando vean tu cabello?
Mark
palideció.
-¿Y bien?
¿Funcionó?
-S-sÃ… -
respondió Mark en voz baja.
-Me alegro.
Ambos
continuaron caminando hasta entrar al cielo.
-Mark.
-Maestro
Leeteuk – dijeron Taeyong y Mark en unÃsono a la vez que hacÃan una reverencia.
-Necesito
hablar contigo, Taeyong no hace falta que cubras su cabello – dijo el mayor.
El pelinegro
asintió y retiró aquella ilusión que habÃa puesto en el menor para que su
cabello se viera rubio.
-SÃgueme –
pidió Leeteuk.
Mark asintió
y caminó lleno de nerviosismo hacia la oficina del director.
-¿Ya estás
feliz? Ya tiene el cabello negro.
Taeyong soltó
un suspiro y se giró.
-No, Johnny,
la pregunta es ¿él ya está feliz?
-No sirvo
como maestro – exclamó Johnny sentándose en una banca que habÃa por ahÃ.
Taeyong se sentó junto a él.
-Estás como
Mark, diciendo que no sirve como ángel de la guarda – bufó el pelinegro.
-De todos mis
alumnos, Mark ha sido el que más confianza me ha inspirado y también el que más
problemas me ha causado.
-Tú tampoco
fuiste fácil para el maestro Leeteuk, eh – dijo Taeyong.
-Ahora le
entiendo – sonrió.
-¿De qué
crees que quiera hablarle el director?
-De Haechan,
seguramente.
-¿Pasa algo
malo?
-Parece que
no deberÃa ser un demonio.
-¿Ah?
ðŸŒ
-Entonces,
existe una posibilidad de traer a Haechan al cielo – dijo Leeteuk
Continuará…
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