Capítulo 3:
Marcas
Tras ser
liberado, Donghyuck entró a su departamento con suma rapidez; su hermano no
estaba, así que no habría nadie para interrogarlo y podría dejar que todas sus
emociones fluyeran libremente. Lanzó su mochila al suelo y fue directo al baño;
no se inmutó cuando sintió el agua fría golpear su cuerpo tras colocarse bajo
la regadera.
¿Qué diría
Johnny si lo viera en ese estado? Seguramente estaría decepcionado de él; había
trabajado tanto para sacarlo de aquel ambiente hostil en el que crecieron, le
había aconsejado para que construyera su carácter y no se dejara pisotear por
nadie, y ¿cómo se lo agradecía? Dejándose humillar por un imbécil homofóbico y
su banda de esclavos.
Salió de la
regadera del baño e ingresó a su habitación para secarse y ponerse ropa limpia.
Después limpiaría el agua del suelo. Tras colocarse su pijama, la cual
consistía en unos pantalones a cuadros y una camiseta blanca, regresó al baño
para recoger su ropa y meterla a la lavadora; no podía dejar “evidencia” de lo
que había pasado, así que necesitaba eliminar el olor a cerveza que había
inundado el departamento apenas entró en él.
Mientras
miraba cómo las prendas giraban en la lavadora, su vista se humedeció; estaba
llorando, ya no podía contenerlo más. Tomó un profundo respiro, intentando
calmarse. Se dispuso a limpiar el agua que había dejado en el suelo con el mop
que recién había comprado su hermano; vaya manera de estrenarlo.
Luego de
haber eliminado toda evidencia, fue a su habitación. Planeaba acostarse en su
cama y dormir lo que fuera necesario, pero sus pasos se detuvieron apenas pasó
por el espejo de pie que tenía en una esquina. Se acercó a él.
-Mierda –
exclamó tras percatarse del enorme y obvio golpe que adornaba su pómulo izquierdo -Ouch – se quejó tras pasar sus dedos
sobre el moretón y sentir una punzada de dolor.
El maquillaje
no cubriría aquello; necesitaba inventar una historia para que Johnny le
creyera. Continuó revisando su cuerpo, sus brazos también estaban marcados por
los cables con los que había sido amarrado, pero aquellas marcas se irían en
cuestión de horas, el golpe en su pómulo no.
Mientras
hacía una lluvia de ideas mental, escuchó que llegaba su hermano; su corazón
comenzó a bombear con fuerza, estaba muy nervioso.
-Donghyuck,
¿en dónde estás? Traje la cena – avisó Johnny.
El aludido
pasó saliva, cerró los ojos y lanzó un suspiro al aire.
-Voy –
contestó.
Tomó un
cárdigan gris que había dejado sobre su cama, para ocultar las marcas en sus
brazos. Caminó hacia la puerta de su habitación. Suspiró una vez más antes de
girar el pomo y salir.
-¿Qué te
pasó? – fue lo primero que recibió apenas puso un pie fuera de la habitación.
-Ah… me
golpeé.
Johnny arqueó
una ceja.
-¿Con…?
-Se me cayó
el celular encima, ¿ok?
-¿Desde qué
altura?
-No importa
ya. ¿Qué trajiste para cenar?
Su hermano
hizo una mueca con la boca, no muy convencido por la historia del otro, pero no
preguntó más.
Mientras
Johnny explicaba la travesía que había pasado para conseguir la cena, Donghyuck
trataba de recordar en dónde demonios había dejado su celular; sintió un
escalofrío recorrer su espalda cuando una opción cruzó su mente: el departamento
de Mark.
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[Al día siguiente]
Donghyuck no
encontraba su celular por ningún lado, había puesto de cabeza su habitación y
nada. La posibilidad de haberlo dejado en el departamento de Mark le causaba
ansiedad pura.
Aprovechando
que lo había escuchado salir a tempranas horas de la mañana, fue corriendo por
su billetera al supermercado mientras pensaba muy bien y se armaba de valor para
hacer algo que llevaba mucho tiempo sin hacer.
Tras regresar
al condominio, en lugar de ingresar a su departamento, se paró frente a la
puerta del de Mark.
Sacó su credencial
de universitario; haría el viejo truco de abrir la puerta con una tarjeta, era
un experto en ello, lo había hecho varias veces cuando sus padres le dejaban
encerrado en su habitación como “castigo”, Johnny se lo había enseñado.
-Vamos, vamos
– murmuró para sí mismo. De pronto escuchó el “click” -¡Sí! – exclamó
orgulloso.
Apenas abrió
la puerta, el olor a cigarro invadió su nariz y boca; no pudo evitar toser un
par de veces. No sabía con cuánto tiempo contaba, así que necesitaba ser
rápido.
Registró los
muebles, la cocina y el baño y no encontró nada. Su última opción eran las habitaciones;
con temor caminó hacia la primera que vio, estaba seguro que era de Mark por
los posters de bandas de rock pegados en ella, pero justo cuando giró el pomo,
sintió una mano en su hombro derecho.
-¿Buscabas
esto?
Donghyuck dio
un brinco y sintió cómo la presión se le bajaba. Se giró con el miedo y la
ansiedad comiéndolo vivo, pero un suspiro abandonó su cuerpo cuando vio que no
era quien pensaba.
-No deberías
estar aquí. Tienes mucha suerte de que fui yo quien entró – dijo Renjun,
extendiéndole el celular -Anoche lo confundí con el mío por las prisas, no
pienses mal.
-N-no, para
nada. Gracias – Donghyuck prácticamente le arrebató el celular y caminó hacia
la salida.
-No te metas
con Mark, lo digo en serio – advirtió Renjun girándose para ver que el otro
abandonara el departamento.
Donghyuck asintió
repetidas veces y se fue de ahí.
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Donghyuck no
había escuchado a Mark por varios días; pensó que se había mudado o simplemente
metido en algún lío y estaba en la cárcel, poco le importaba.
Sus días
habían sido llenos de tranquilidad, su hermano había estado durmiendo en el
departamento, por lo que no tenía miedo de que alguien le hiciera algo malo.
Pero…
Un sábado por
la noche, cuando regresaba de haber ido a cenar con Jungwoo, vio a Mark
platicando con sus amigos en la puerta de su departamento.
Tomó aire y
subió las escaleras sin hacer contacto visual. Podía sentir la intensa mirada
de Mark sobre él; trató de ignorarlo lo más que pudo mientras hacía lo posible
por abrir la puerta de su departamento.
Apenas estuvo
“a salvo” en su hogar, se metió a su habitación y se tiró en la cama. Miró
hacia el techo y luego hacia su puerta, la cual estaba cerrada y tenía una nota
ahí.
Tengo guardia. Saca la basura por mí
:)
Donghyuck
suspiró molesto, ¿que no podía mandar un mensaje por celular? Además, claro que
no lo haría hasta que estuviera seguro de que los amigos de Mark se hubieran
ido y que éste último estuviera durmiendo o encerrado en su departamento.
Cerró los
ojos y sin darse cuenta se quedó dormido.
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Donghyuck despertó
de golpe, había tenido una pesadilla: Mark lo secuestraba.
Miró su
celular, eran las 3:40 a.m. Pegó la oreja a la pared, tratando de escuchar lo que
pasaba en el departamento de al lado. No escuchó nada por lo que supuso que sus
amigos se habían ido.
Tomó las
bolsas de basura; abrió la puerta con mucho cuidado, miró hacia ambos lados y
no vio a nadie. El lugar estaba desierto. Suspiró y caminó hacia el conducto en
donde tiraban la basura.
Bostezó y
estiró los brazos, haber salido le había dejado sin energía. Caminó con
lentitud hacia su departamento y justamente cuando estiró el brazo para tocar
el pomo de la puerta, la de Mark se abrió.
-¿Por qué tan
asustado? – preguntó su vecino.
Donghyuck no
pudo evitar hacer una mueca tras sentir el aliento alcohólico de Mark. Optó por
ignorarlo e hizo por girar el pomo de la puerta.
-Hmm… no creo
que funcione, la dejaste abierta y no pude evitar ponerle seguro – dijo con
cinismo.
Donghyuck abrió
los ojos de par en par. Comenzó a dar unos pasos hacia atrás para escapar de
ahí, no sabía a dónde, pero estar más tiempo cerca de él no traería nada bueno.
Mark rápidamente le tomó de la camiseta.
-Déjame ir,
por favor… no te he hecho nada – suplicó cuando sintió aquel fuerte agarre en
su ropa.
Mark no dijo
nada, lo tomó del cabello y lo arrastró hacia su departamento.
-¡Por favor!
– suplicó Donghyuck.
Mark lo lanzó
al sillón de la sala. Donghyuck no sabía qué hacer, no sabía cómo actuar.
-Qué
interesante, ¿cómo fue que recuperaste tu celular? – cuestionó Mark.
-N-no lo hice
– mintió, desviando la mirada.
-Te vi
subiendo las escaleras con él.
Donghyuck no
dijo más. Mark tomó una cerveza de la mesa frente al sofá, la abrió y comenzó a
beberla.
-¡Mierda!
Está caliente – se quejó para después eructar -Sabes, pensaba vender tu celular
y pagarme unas líneas* con el dinero, pero ¡tenías que joder mis planes! –
gritó.
-T-te lo
puedo dar, sólo déjame ir por él – dijo, intentado levantarse del sofá, Mark se
lo impidió.
-¿Me crees
imbécil o qué? – exclamó –No sólo me enfurece que hayas arruinado mis planes,
sino que entraste a mi departamento.
-T-tu amigo—
él… ¿te lo dijo?
-Claro,
Renjun no es bueno con el alcohol. Fue cuestión de un par de cervezas –
explicó.
-Y-yo… de
verdad lo necesitaba, lo siento – susurró Donghyuck.
Mark chasqueó
la lengua y sin decir palabra, se estiró para recoger algunos cables que había
dejado en el suelo.
-Para mí una
disculpa no es suficiente – aclaró mientras miraba los cables que tenía en las
manos.
-¿Qué vas a
hacer? – cuestionó Donghyuck; estaba al borde del llanto, el miedo se había
apoderado de su cuerpo.
Mark abrió la
boca para contestar, pero el sonido de alguien tocando la puerta, le
interrumpió.
-No vayas a
hacer una estupidez – advirtió a Donghyuck, para después girarse y abrir la
puerta.
-Hola, bebé.
Un chico
delgado, de cabello color durazno, medias de red, falda a cuadros roja y con
tabloides, crop de manga larga negro y botas de combate del mismo color fue lo
primero que tanto Mark como Donghyuck vieron.