30 de enero de 2017

Every Rose Has Its Thorn

Autora: Kang
Grupo: SHINee
Pareja: MinKey
Clasificación: +18
Advertencias: AU, drama, muerte, violencia, lemon
Resumen:

Minho y su novia son dos jóvenes que se ganan la vida robando en casas de millonarios. Pero todo sale mal cuando una de sus víctimas —Kibum— dispara en defensa propia a la novia de Minho y éste, sin poder superar su pérdida, busca venganza pero encuentra algo más; algo que le enloquece y embriaga. 




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Every Rose Has Its Thorn




-El jurado ha decido declarar al acusado… - el juez hizo una pausa -Inocente.

-¡NO! ¡ESO NO PUEDE SER! ¡ÉL MATÓ A MI NOVIA! ¡ES CULPABLE! – Minho gritaba. Los guardias tuvieron que sujetarlo.




-¡NO! -  Minho se levantó de golpe de la cama; de nuevos recuerdo asaltaban su mente y perturbaban su sueño. Había jurado acabar con ese sujeto y hoy era el día en el que llevaría a cabo su venganza.





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-¡Minho, suéltame, por favor! ¡AYUDA! – gritaba Kibum, mientras era arrastrado de los cabellos hacia el auto del alto.

-Nadie te va a escuchar. A nadie le importas.

Era verdad, Kibum se había quedado solo luego de aquel suceso. Había sido recluido en una clínica debido a que constantemente tenía ataques de pánico pero nada de eso había servido puesto que su pesadilla había regresado dos años después.

-Sólo di la cantidad y yo te la doy.

-¿De qué me sirve? Mi novia ya no está.

-¡Matarme tampoco la traerá de vuelta!

Kibum se ganó un par de cachetadas tras decir aquello. Minho cerró con fuerza la puerta del copiloto.

-Casi lo olvido – dijo Minho, revisando la guantera del auto.

-¿Q-qué es eso? – preguntó Kibum tras ver que Minho sacaba una jeringa.

-Quédate quieto.

-No. ¡DÉJAME! ¡NO!

Minho gruñó y le clavó la ajuga con fuerza en la pierna izquierda. Aquel objeto penetró rápidamente la fina tela del pijama que traía Kibum.

-Dulces sueños – murmuró.






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Kibum despertó víctima del frío que golpeaba su cuerpo. No tenía idea de en dónde estaba, sólo sabía que era una casa… muy pobre, por cierto.

-¿Qué es esto? ¿En dónde estoy? – preguntó tras divisar la silueta de Minho en el marco de la puerta.

-En mi casa – respondió el alto.

-¿Qué es lo que quieres de mí?

-Venganza.

-Pudiste haberme matado en mi casa.

-¿Tanto quieres morir? – se acercó a él. Kibum bajó la cabeza.

-…tal vez.

-¡Entonces te hubieras matado tú en lugar de a mi novia! – gritó dándole otras cachetadas. Kibum no hacía nada por cubrirse o evitarlas -Ambos sabemos que no fue en defensa propia, ella no estaba armada cuando le disparaste.

Kibum no levantaba la mirada; sólo lloraba en silencio.

-¡Di algo! – lo tomó de los cabellos haciendo que Kibum alzara la cabeza.

-Sólo mátame, Minho – suplicó en un hilo de voz.

El alto sintió un escalofrío recorrer su espalda. Se supone que Kibum lucharía por su vida, que se arrastraría rogándole perdón pero no era así, el chico en verdad quería morir.

-No te daré ese gusto – fue lo único que pudo decir, para luego soltarlo y encender un cigarrillo.

Kibum se acurrucó como pudo en el sillón en el que había despertado y continuó llorando en silencio. Minho había salido quién sabe a dónde.








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-Es él.

-Vaya, ¿cómo es que no lo has matado?

-Todo salió mal.

-¿A qué te refieres?

-Quiere morir.

-¿Ah?

-No sé, eso me dijo pero matarlo sería hacerlo feliz y él no merece felicidad.

-Entonces tortúralo.

-Buena idea.

-¿Puedo jugar con él? No está nada mal.

-Hmm, bien.






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Tiempo después…



-Al menos hoy no los quemaste – dijo Minho, refiriéndose a los huevos fritos que Kibum había preparado.

El menor casi no hablaba. Tenía la mirada perdida en alguna parte. Minho lo podía escuchar llorar todas las noches, bueno casi todas, si no es que sus amigos llegaban para entretenerse con él.

-Oye – Minho se levantó de la mesa y lo tomó con fuerza del brazo impidiéndole abandonar la cocina -Quita esa maldita cara, mis amigos no disfrutan estar contigo porque dicen que parece que vas a llorar en cualquier momento ¿de qué crees que voy a vivir?

-Lo siento – murmuró.

-Escucha – Minho lo pegó a la pared y lo tomó del cuello -Quiero que sonrías, que los trates bien, que los complazcas en todo.

Kibum no podía si quiera asentir, su cuello era apretado con fuerza, más de lo normal.

-¿Entendido? – Minho le soltó inesperadamente, provocando que cayera al piso.

-Sí – Kibum contestó entre que tosía y trataba de recuperar el aire.







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-Hay algo raro en él – murmuró Minho tras ver a su amigo salir de la habitación de Kibum.

-No noté nada malo, estuvo muy bien – dijo el chico mientras se abrochaba el cinturón -Hey Minho, ¿puedo preguntarte algo?

-¿Qué es?

-Durante todo el tiempo que lo has tenido aquí, de haber escuchado sus gemidos y verlo desnudo, ¿no te han dado ganas de–

-No. Él… me da asco. Además sería traicionar de la peor manera a mi novia.

-Pero no es como si fueras a enamorarte de él, sólo a probar.

-No, nunca.

-Vaya… qué fuerza de voluntad la tuya. Yo no podría resistirme.







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-Levántate, ve a darte un baño – Minho le lanzó un vaso con agua para despertarlo -En una hora estará aquí tu próximo cliente.

Kibum abrió los ojos con pesadez y se levantó de la cama, pero cayó al piso.

-Rápido – Minho lo tomó del brazo con fuerza. Kibum estaba hirviendo, poco le importó, el chico no merecía compasión.

El próximo cliente llegó puntual.

-Oye Minho.

-¿Qué?

-Ese chico… está enfermo. Está hirviendo.

-¿Y? Aún le falta uno más.

-Minho, lo digo en serio, puede desmayarse en cualquier momento. Si algo le pasa, perderás a tu minita de oro.

Minho abrió los ojos.

-Veré que puedo hacer. Dile a ­­­Hongki que ya no venga.

-Sí, no te preocupes. Escucha, no estuve con él porque me dio mucha pena su estado, pero toma, te pagaré como si lo hubiera hecho.

-Thanks, man.

Una vez que su amigo se fue, Minho entró a la habitación de Kibum, el cual estaba en posición fetal en la cama. Minho se sentó junto a él, provocando que se asustara y quisiera incorporarse.

-¿Por qué no me dijiste que estabas enfermo?

-No quería causar problemas.

-Lo has hecho desde que–

-Maté a tu novia, lo sé.

Minho odiaba que le interrumpieran, alzó la mano para pegarle, pero no lo hizo. Lo bajó de la cama y lo llevó al baño.

-N-no quiero bañarme de nuevo.

-Haz lo que te digo.

Kibum se desvistió con lentitud, sentía todo el cuerpo entumido. Minho observó algunos moretones y chupetones en su espalda y cuello. Por primera vez en su vida se sintió culpable. ¿Qué demonios estaba haciéndole a ese chico?

Llamó a uno de sus contactos para tratar a Kibum.

-No necesita hospitalización, se puede quedar aquí guardando reposo.

-¿Cuánto tiempo?

-Una semana.

-¿Qué? Pero tiene–

-Minho, ese muchacho tiene suerte de seguir vivo.

-Mucha – murmuró entre dientes.

-Déjalo descansar.

-Bien.







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Minho hacía cuentas, el dinero no le alcanzaría para todo la semana y nadie le llamaba para solicitar sus servicios y asaltar una casa. Todo por culpa de Kibum. Estaba que se lo llevaba el demonio.

-¡Maldito seas! – abrió la puerta de la habitación, despertando al chico, el cual se bajó de la cama con rapidez.

-¿Q-qué pasa?

-¿Qué pasa? ¡¿Qué pasa?! Que no tengo dinero.

Kibum no sabía qué decir. Estaba mareado y con la vista nublada.

-Todo por tu maldita culpa – Minho caminó hacia él.

Kibum topó con la esquina de la habitación.

-L-lo siento.

Sacó una navaja. La puso en la garganta del chico.

-Enfermo no me servirás para nada.

Kibum tragó fuerte. Minho pudo ver cómo palpitaba la arteria en su cuello, además de las marcas de sus manos gracias a todas las veces que había intentado asfixiarlo. Kibum abrió los ojos poco a poco, Minho le miraba fijamente.

Kibum estaba temblando, Minho encontró aquello… ¿tentador?

-No te muevas – le dijo sin quitar la navaja de su cuello. Se acercó más a él hasta que sus labios se rosaron.




-Durante todo el tiempo que lo has tenido aquí, de haber escuchado sus gemidos y verlo desnudo, ¿no te han dado ganas de–
                          

                           -No. Él… me da asco. Además sería traicionar de la peor manera a mi novia.


-Pero no es como si fueras a enamorarte de él, sólo a probar.




Minho lo besó con ferocidad, sin soltar la navaja. Demonios, Kibum tenía unos labios tan suaves; su boca estaba caliente debido a la fiebre que tenía. Kibum no le seguía el ritmo, estaba asustado, no tenía idea de lo que Minho estuviera tramando.

Minho se separó milímetros.

-Bésame – ordenó.

Kibum tomó la iniciativa. Minho soltó la navaja y enredó las piernas del chico en su cintura. Sacándole un leve gemido. Rompió el beso, sin bajarlo de su cintura.

-Te odio, Kibum – suspiró, asustando al menor -Te odio con todas mis fuerzas – volvió a besarlo.

Lo llevó hacia la cama, Kibum lo veía, expectante. Minho se acomodó entre sus piernas, volviendo a besarlo, recorriendo con sus enormes manos aquella estrecha y delgada cintura, acariciando su tersa piel.

Sus ropas terminaron en el piso en cuestión de segundos.

-M-minho… umnh… - Kibum jadeó al sentir cómo entraba en su cuerpo.

El aludido estaba embriagado de su aroma, de su voz. Kibum echó la cabeza hacia atrás, apretando las sábanas.

Minho embestía una y otra vez, sin descanso. Quería más. Necesitaba más de aquel chico. Kibum terminó en su mano y él en el condón.

Sólo sus agitadas respiraciones se escuchaban en la desordenada habitación. Minho se levantó de la cama, tomó sus ropas y abandonó la habitación en silencio. Kibum fue al baño a limpiarse. Los síntomas de la fiebre regresaron a su cuerpo.







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Minho salió a la calle para fumar un poco. Se había acostado con el asesino de su novia, con el ser que más odiaba en el mundo, con quien había destruido su felicidad. Quería matarse.

No podía echarle la culpa puesto que él había empezado pero… ¿qué hacer ahora?

-Minho. ¡Minho!

-¿Qué?

-¿Estás bien?

-Sí.

-¿Seguro?

-¿No tienes algo qué hacer?

-Uh, perdón. ¿Puedo pasar a ver a Kibum?

-No, está enfermo.

-¿Qué tiene?

-Fiebre.

-¿Por eso tan pensativo?

-No tengo dinero.

-Pues he llegado en buen momento. Necesito un compañero para asaltar la casa de los Lee.

-¿En serio?

-Sí.

-¿De cuánto hablamos?

-$100,00 dólares.

-¿Qué?

-$25,000 cada uno y $50,000 mi jefe.

-Mierda, estoy dentro. ¿Cuándo es?

-Hoy en la noche.

-Perfecto.

-Ve a mi casa a las 12:00 AM.

-Ahí estaré.







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Kibum dormía tranquilamente cuando…

-¡Kibum! ¡Abre la maldita puerta!

Rápidamente salió disparado de su cama y corrió hacia la entrada.

-¿No llevaste las llaves?

-Tú qué crees. Cierra con pestillo.

-¿R-robaste?

-Obviamente, ya que decidiste enfermarte y por tu culpa no tengo dinero.

Kibum no dijo nada.

-$25,000 en cash. Mierda cómo extrañaba los fajos de billetes. ¿A dónde vas?

-A dormir.

-Ven, no te he dicho que puedes hacerlo.

Kibum se acercó algo dubitativo.

-Te daré un día libre.

-¿De verdad?

-Y unos $1,000 de tu dinero, pero tienes que hacer algo a cambio.

-¿Qué es?

-Híncate – Minho abrió las piernas.

Kibum lo miró nervioso.

-Sí, pequeño. Tienes que mamármela.

Kibum se hincó y comenzó a desabrocharle el cinturón.

-En verdad estás desesperado por salir. Pensé que ya no querías vivir – dijo mientras disfrutaba de la vista que el menor le regalaba.

Minho terminó dentro de la boca del chico.

-Vamos, trágalo.

Kibum obedeció, Minho escuchó aquel sonido que tanto adoraba. Sonrió. Estaba seguro de que la locura comenzaba a consumirlo.

-Eso es todo – le limpió la comisura de los labios y le dio los $1,000 en efectivo.

-¿Cuándo puedo salir? – preguntó poniéndose de pie.

-Mañana. Hey, ¿cómo se dice?

-Gracias, Minho.







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-¿Con quién estuviste?

-Ah… J-Jonhyun…

El hombro de Kibum era mordido con algo de salvajismo.

-¿Por qué?

-M-me lo encontré… hmn…

-Me perteneces Kibum, no lo olvides.

Minho lo dejaba salir con la condición de tener relaciones antes. Kibum no se molestaba ni quejaba con tal de ser libre un momento. Ya hasta había conseguido un celular.

-Kibum.

-¿Sí? – el menor tenía la cabeza sobre el pecho del alto.

-¿Por qué sigues regresando?

-No tengo otro lugar a donde ir.

-¿No extrañas tu vida de lujos?

-No.







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-Te estás acostando con él, ¿verdad?

-Claro que no.

-Minho, me doy cuenta de cómo le miras. Ya no es odio, es con algo más.

-Debo estar enfermo. Enredarme así… con él.

-Rogaba porque pronto te encontraras a alguien que te quitara lo triste y amargado pero jamás me imaginé que sería Kim Kibum.

-No saques conclusiones. Sólo tenemos relaciones por conveniencia.

-¿Seguro? Dejaste de venderlo.

-No quiero que me pegue algo.

-Minho, dime la verdad. ¿Te gusta Kibum?

Minho lo miró fijamente, sin responderle.

-Oh, demonios… ¿cómo? ¿Cuándo?








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-Lamento lo que hice, lamento sentir esto por él. Juré vengarte, honrar tu memoria pero sólo la manché teniendo sexo con él – hizo una pausa -Ya no puedo ocultarlo ni quiero hacerlo. Estoy… loco por él.

Aquel momento fue interrumpido por el sonido de la puerta; era Kibum.

-Llegaste antes – exclamó Minho.

-No había mucha gente en el supermercado.

Kibum depositó las bolsas en la mesa y comenzó a sacar los productos que había dentro de ellas.

-¿Quieres cenar algo en especial? – le preguntó al alto.

-Lo que tú quieras – Minho se puso de pie y se acercó a él, rodeando con sus fornidos brazos la cintura del chico.

-¿Estás bien?

-Sólo… quiero estar así por un momento.

Kibum no dijo nada, contradecir a Minho no era buena idea.

-Escúchame bien.

Kibum se heló por un momento; aquellas palabras sólo significaban malas noticias. Minho le giró.

-Prométeme que no vas a huir.

-¿Por qué lo haría?

-Quiero estar contigo, Kibum – pegó su frente a la del más bajo -Lamento mucho todo lo que te hice. Sé que no tiene caso pedirte disculpas pe–

Kibum le tomó del rostro con ambas manos.

-¿Por qué sigues dudando de mí? Sabes que no iré a ninguna parte, te lo he demostrado.

-Mierda, no sé qué hiciste pero ya no puedo odiarte, de hecho yo… - bajó la mirada.

-Lo sé, lo sé – Kibum lo besó suavemente -Gracias por perdonarme la vida – murmuró.

Minho le abrazó fuertemente. Ni en sus sueños más mórbidos imaginó que algo así pasaría.







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-¿Qué te gustó de él?


-Al principio su cuerpo, luego la manera en la que su respiración se aceleraba cuando me acercaba a él y,  al final, terminé enamorándome de todo.


-Ugh, qué cursi.


-Sabes, aún me siento culpable por quererlo tanto pues rompí mi promesa, pero sé que en donde quiera que ella esté, agradece que haya encontrado a alguien que ocupara el vacío que dejó.








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-Enamorarse de su secuestrador, me suena familiar – murmuró Kibum, apagando la televisión luego de haber visto una película.

-Sí, conozco un caso y lo peor es que su secuestrador correspondía a sus sentimientos.

Kibum sonrió y deshizo el abrazo de Minho, para ponerse entre las piernas de este.

-¿Ah sí? – Kibum levantó una ceja.

-Sí – contestó Minho -Mucho más de lo que él secuestrado se podría imaginar.

Kibum enredó ambos brazos en el cuello del más alto y lo besó suavemente. Minho lo tomó de la cintura, dejando que el fuego que ardía dentro de él creciera.




Kibum era su rosa; tan delicada pero a la vez tan peligrosa…





F I N 🌹


20 de enero de 2017

Stuck on a Fighter - Capítulo 5

5. Stuck

-¿Por qué? – preguntó Mark algo descolocado -¿Estás saliendo con él o algo así?

-No, me dijo que sólo quería ver la pelea… y visitarlo.

-Y a todo esto, ¿en dónde está?

-Fue a buscar a Wonho.

Mark sonrió de medio lado; asustando un poco –más– a Jackson.





XXX





-Mira ese cabello, se supone que tu novia es una estilista profesional... – suspiró Wonho mientras arreglaba el cabello del menor quien estaba “acorralado” entre el auto del boxeador y su cuerpo.

-Alguien puede vernos – se quejó Kihyun pero sin hacer el mínimo intento por alejar a Hoseok.

-¿Ya tan rápido encontraste a otro?

Wonho dio un respingo y giró la cabeza lentamente.

-¿Minhyuk?

-Hola, sólo pasaba a visitar. ¿Quién es este? – preguntó señalando con el dedo índice a Kihyun -¿Tu nueva conquista? – agregó al ver que ninguno de los dos se dignaba a responder.

-No soy ninguna conquista – respondió Kihyun.

-Sé cuándo Wonho acaba de tener sexo, sus mejillas tardan mucho en dejar de estar rojas; no en vano estuve con él durante 9 años.

-¿N-nueve? – exclamó Kihyun.

-Así es honey. En fin, ya saludé. Bye – entró por la puerta por la que Kihyun y Wonho habían salido.

-¿Crees que esté molesto? – preguntó Kihyun.

-Nah, terminamos bien.

-Pensé que me mataría.

-¿Por qué? ¿Por ser mi nueva conquista?

Kihyun se sonrojó y desvió la mirada.

-N-no sé de qué hablas – empujó suavemente a Wonho y entró al gimnasio. El peliazul sonrió de oreja a oreja y le siguió.






XXX






-¡¿Qué demonios te pasa, Wonho?! ¿Por qué perdiste? – reclamaba su entrenador.

Wonho miró de reojo a Kihyun, quien le observaba algo nervioso y asustado.

-No dormí bien – se limitó a contestar.

-Espero que no sea otra cosa – dijo el entrenador y miró a Kihyun, quien rápidamente desvió la mirada.

-No, señor – agregó el del cabello azul.

-Lo pasaré por esta ocasión, la próxima es la estelar y más te vale ganar – amenazó el señor.

Wonho asintió, hizo una reverencia y fue a donde se encontraba Kihyun.

-¿Feliz? – exclamó, asustando al menor.

-L-lo siento – dijo Kihyun.

-¿Qué? No te escuché.

-Siento que tengas que pasar por todo esto por mi culpa.

-¿Desde cuándo te importo? – se sentó junto a él.

Kihyun no contestó, permaneció cabizbajo. Wonho no entendía el porqué de su cambio repentino de comportamiento.

-Wonho – era Minhyuk -Hablemos un momento.

El aludido se puso de pie y siguió al de cabello obscuro.

-¿Qué pasa?

-Aquí hay algo raro. Era imposible que Jackson te ganara. ¿Es por él?

Wonho asintió.

-¿Serías capaz de dejar de ser invicto por él?

-Hice muchas cosas por ti.

-Sí, pero nunca perder una pelea.

-Siempre hay una primera vez.

-Demonios, cada vez estás más loco.

Wonho sonrió.

-Como quieras, honey – se encogió de hombros.

Ambos se despidieron con un cálido abrazo. Cuando Wonho regresó al gimnasio, Kihyun ya no estaba.






XXX







-Quiero que terminemos.

-¿Qué? ¿Por qué?


-Yo… creo que… no sé cómo decirlo.


-…


-Soy gay.





Continuará…