Autora: Kang
Grupo: SHINee
Pareja: MinKey
Clasificación: +18
Advertencias: AU, drama, muerte,
violencia, lemon
Resumen:
Minho
y su novia son dos jóvenes que se ganan la vida robando en casas de millonarios.
Pero todo sale mal cuando una de sus víctimas —Kibum— dispara en defensa propia a la novia de Minho y
éste, sin poder superar su pérdida, busca venganza pero encuentra algo más; algo que le enloquece y embriaga.
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Every Rose Has Its
Thorn
-El jurado ha
decido declarar al acusado… - el juez hizo una pausa -Inocente.
-¡NO! ¡ESO NO
PUEDE SER! ¡ÉL MATÓ A MI NOVIA! ¡ES CULPABLE! – Minho gritaba. Los guardias
tuvieron que sujetarlo.
-¡NO!
- Minho se levantó de golpe de la cama;
de nuevos recuerdo asaltaban su mente y perturbaban su sueño. Había jurado
acabar con ese sujeto y hoy era el día en el que llevaría a cabo su venganza.
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-¡Minho,
suéltame, por favor! ¡AYUDA! – gritaba Kibum, mientras era arrastrado de los
cabellos hacia el auto del alto.
-Nadie
te va a escuchar. A nadie le importas.
Era
verdad, Kibum se había quedado solo luego de aquel suceso. Había sido recluido
en una clínica debido a que constantemente tenía ataques de pánico pero nada de
eso había servido puesto que su pesadilla
había regresado dos años después.
-Sólo
di la cantidad y yo te la doy.
-¿De
qué me sirve? Mi novia ya no está.
-¡Matarme
tampoco la traerá de vuelta!
Kibum
se ganó un par de cachetadas tras decir aquello. Minho cerró con fuerza la
puerta del copiloto.
-Casi
lo olvido – dijo Minho, revisando la guantera del auto.
-¿Q-qué
es eso? – preguntó Kibum tras ver que Minho sacaba una jeringa.
-Quédate
quieto.
-No.
¡DÉJAME! ¡NO!
Minho
gruñó y le clavó la ajuga con fuerza en la pierna izquierda. Aquel objeto
penetró rápidamente la fina tela del pijama que traía Kibum.
-Dulces
sueños – murmuró.
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Kibum
despertó víctima del frío que golpeaba su cuerpo. No tenía idea de en dónde
estaba, sólo sabía que era una casa… muy pobre, por cierto.
-¿Qué
es esto? ¿En dónde estoy? – preguntó tras divisar la silueta de Minho en el
marco de la puerta.
-En
mi casa – respondió el alto.
-¿Qué
es lo que quieres de mí?
-Venganza.
-Pudiste
haberme matado en mi casa.
-¿Tanto
quieres morir? – se acercó a él. Kibum bajó la cabeza.
-…tal
vez.
-¡Entonces
te hubieras matado tú en lugar de a mi novia! – gritó dándole otras cachetadas.
Kibum no hacía nada por cubrirse o evitarlas -Ambos sabemos que no fue en
defensa propia, ella no estaba armada cuando le disparaste.
Kibum
no levantaba la mirada; sólo lloraba en silencio.
-¡Di
algo! – lo tomó de los cabellos haciendo que Kibum alzara la cabeza.
-Sólo
mátame, Minho – suplicó en un hilo de voz.
El
alto sintió un escalofrío recorrer su espalda. Se supone que Kibum lucharía por
su vida, que se arrastraría rogándole perdón pero no era así, el chico en
verdad quería morir.
-No
te daré ese gusto – fue lo único que pudo decir, para luego soltarlo y encender
un cigarrillo.
Kibum
se acurrucó como pudo en el sillón en el que había despertado y continuó
llorando en silencio. Minho había salido quién sabe a dónde.
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-Es
él.
-Vaya,
¿cómo es que no lo has matado?
-Todo
salió mal.
-¿A
qué te refieres?
-Quiere
morir.
-¿Ah?
-No
sé, eso me dijo pero matarlo sería hacerlo feliz y él no merece felicidad.
-Entonces
tortúralo.
-Buena
idea.
-¿Puedo
jugar con él? No está nada mal.
-Hmm,
bien.
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Tiempo
después…
-Al
menos hoy no los quemaste – dijo Minho, refiriéndose a los huevos fritos que
Kibum había preparado.
El
menor casi no hablaba. Tenía la mirada perdida en alguna parte. Minho lo podía
escuchar llorar todas las noches, bueno casi todas, si no es que sus amigos llegaban
para entretenerse con él.
-Oye
– Minho se levantó de la mesa y lo tomó con fuerza del brazo impidiéndole
abandonar la cocina -Quita esa maldita cara, mis amigos no disfrutan estar
contigo porque dicen que parece que vas a llorar en cualquier momento ¿de qué
crees que voy a vivir?
-Lo
siento – murmuró.
-Escucha
– Minho lo pegó a la pared y lo tomó del cuello -Quiero que sonrías, que los
trates bien, que los complazcas en todo.
Kibum
no podía si quiera asentir, su cuello era apretado con fuerza, más de lo
normal.
-¿Entendido?
– Minho le soltó inesperadamente, provocando que cayera al piso.
-Sí
– Kibum contestó entre que tosía y trataba de recuperar el aire.
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-Hay
algo raro en él – murmuró Minho tras ver a su amigo salir de la habitación de
Kibum.
-No
noté nada malo, estuvo muy bien – dijo el chico mientras se abrochaba el
cinturón -Hey Minho, ¿puedo preguntarte algo?
-¿Qué
es?
-Durante
todo el tiempo que lo has tenido aquí, de haber escuchado sus gemidos y verlo
desnudo, ¿no te han dado ganas de–
-No.
Él… me da asco. Además sería traicionar de la peor manera a mi novia.
-Pero
no es como si fueras a enamorarte de él, sólo a probar.
-No,
nunca.
-Vaya…
qué fuerza de voluntad la tuya. Yo no podría resistirme.
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-Levántate,
ve a darte un baño – Minho le lanzó un vaso con agua para despertarlo -En una
hora estará aquí tu próximo cliente.
Kibum
abrió los ojos con pesadez y se levantó de la cama, pero cayó al piso.
-Rápido
– Minho lo tomó del brazo con fuerza. Kibum estaba hirviendo, poco le importó,
el chico no merecía compasión.
El
próximo cliente llegó puntual.
-Oye
Minho.
-¿Qué?
-Ese
chico… está enfermo. Está hirviendo.
-¿Y?
Aún le falta uno más.
-Minho,
lo digo en serio, puede desmayarse en cualquier momento. Si algo le pasa,
perderás a tu minita de oro.
Minho
abrió los ojos.
-Veré
que puedo hacer. Dile a Hongki que ya no venga.
-Sí,
no te preocupes. Escucha, no estuve con él porque me dio mucha pena su estado,
pero toma, te pagaré como si lo hubiera hecho.
-Thanks,
man.
Una
vez que su amigo se fue, Minho entró a la habitación de Kibum, el cual estaba
en posición fetal en la cama. Minho se sentó junto a él, provocando que se
asustara y quisiera incorporarse.
-¿Por
qué no me dijiste que estabas enfermo?
-No
quería causar problemas.
-Lo
has hecho desde que–
-Maté
a tu novia, lo sé.
Minho
odiaba que le interrumpieran, alzó la mano para pegarle, pero no lo hizo. Lo
bajó de la cama y lo llevó al baño.
-N-no
quiero bañarme de nuevo.
-Haz
lo que te digo.
Kibum
se desvistió con lentitud, sentía todo el cuerpo entumido. Minho observó
algunos moretones y chupetones en su espalda y cuello. Por primera vez en su
vida se sintió culpable. ¿Qué demonios estaba haciéndole a ese chico?
Llamó
a uno de sus contactos para tratar a Kibum.
-No
necesita hospitalización, se puede quedar aquí guardando reposo.
-¿Cuánto
tiempo?
-Una
semana.
-¿Qué?
Pero tiene–
-Minho,
ese muchacho tiene suerte de seguir vivo.
-Mucha
– murmuró entre dientes.
-Déjalo
descansar.
-Bien.
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Minho
hacía cuentas, el dinero no le alcanzaría para todo la semana y nadie le
llamaba para solicitar sus servicios y asaltar una casa. Todo por culpa de
Kibum. Estaba que se lo llevaba el demonio.
-¡Maldito
seas! – abrió la puerta de la habitación, despertando al chico, el cual se bajó
de la cama con rapidez.
-¿Q-qué
pasa?
-¿Qué
pasa? ¡¿Qué pasa?! Que no tengo dinero.
Kibum
no sabía qué decir. Estaba mareado y con la vista nublada.
-Todo
por tu maldita culpa – Minho caminó hacia él.
Kibum
topó con la esquina de la habitación.
-L-lo
siento.
Sacó
una navaja. La puso en la garganta del chico.
-Enfermo
no me servirás para nada.
Kibum
tragó fuerte. Minho pudo ver cómo palpitaba la arteria en su cuello, además de
las marcas de sus manos gracias a todas
las veces que había intentado asfixiarlo. Kibum abrió los ojos poco a poco,
Minho le miraba fijamente.
Kibum
estaba temblando, Minho encontró aquello… ¿tentador?
-No
te muevas – le dijo sin quitar la navaja de su cuello. Se acercó más a él hasta
que sus labios se rosaron.
-Durante todo
el tiempo que lo has tenido aquí, de haber escuchado sus gemidos y verlo
desnudo, ¿no te han dado ganas de–
-No. Él… me da asco.
Además sería traicionar de la peor manera a mi novia.
-Pero no es
como si fueras a enamorarte de él, sólo a probar.
Minho
lo besó con ferocidad, sin soltar la navaja. Demonios, Kibum tenía unos labios
tan suaves; su boca estaba caliente debido a la fiebre que tenía. Kibum no le
seguía el ritmo, estaba asustado, no tenía idea de lo que Minho estuviera
tramando.
Minho
se separó milímetros.
-Bésame
– ordenó.
Kibum
tomó la iniciativa. Minho soltó la navaja y enredó las piernas del chico en su
cintura. Sacándole un leve gemido. Rompió el beso, sin bajarlo de su cintura.
-Te
odio, Kibum – suspiró, asustando al menor -Te odio con todas mis fuerzas –
volvió a besarlo.
Lo
llevó hacia la cama, Kibum lo veía, expectante. Minho se acomodó entre sus
piernas, volviendo a besarlo, recorriendo con sus enormes manos aquella
estrecha y delgada cintura, acariciando su tersa piel.
Sus
ropas terminaron en el piso en cuestión de segundos.
-M-minho…
umnh… - Kibum jadeó al sentir cómo entraba en su cuerpo.
El
aludido estaba embriagado de su aroma, de su voz. Kibum echó la cabeza hacia
atrás, apretando las sábanas.
Minho
embestía una y otra vez, sin descanso. Quería más. Necesitaba más de aquel
chico. Kibum terminó en su mano y él en el condón.
Sólo
sus agitadas respiraciones se escuchaban en la desordenada habitación. Minho se
levantó de la cama, tomó sus ropas y abandonó la habitación en silencio. Kibum
fue al baño a limpiarse. Los síntomas de la fiebre regresaron a su cuerpo.
🌹
Minho
salió a la calle para fumar un poco. Se había acostado con el asesino de su
novia, con el ser que más odiaba en el mundo, con quien había destruido su felicidad.
Quería matarse.
No
podía echarle la culpa puesto que él había empezado pero… ¿qué hacer ahora?
-Minho.
¡Minho!
-¿Qué?
-¿Estás
bien?
-Sí.
-¿Seguro?
-¿No
tienes algo qué hacer?
-Uh,
perdón. ¿Puedo pasar a ver a Kibum?
-No,
está enfermo.
-¿Qué
tiene?
-Fiebre.
-¿Por
eso tan pensativo?
-No
tengo dinero.
-Pues
he llegado en buen momento. Necesito un compañero para asaltar la casa de los
Lee.
-¿En
serio?
-Sí.
-¿De
cuánto hablamos?
-$100,00
dólares.
-¿Qué?
-$25,000
cada uno y $50,000 mi jefe.
-Mierda,
estoy dentro. ¿Cuándo es?
-Hoy
en la noche.
-Perfecto.
-Ve
a mi casa a las 12:00 AM.
-Ahí
estaré.
🌹
Kibum
dormía tranquilamente cuando…
-¡Kibum!
¡Abre la maldita puerta!
Rápidamente
salió disparado de su cama y corrió hacia la entrada.
-¿No
llevaste las llaves?
-Tú
qué crees. Cierra con pestillo.
-¿R-robaste?
-Obviamente,
ya que decidiste enfermarte y por tu culpa no tengo dinero.
Kibum
no dijo nada.
-$25,000
en cash. Mierda cómo extrañaba los fajos de billetes. ¿A dónde vas?
-A
dormir.
-Ven,
no te he dicho que puedes hacerlo.
Kibum
se acercó algo dubitativo.
-Te
daré un día libre.
-¿De
verdad?
-Y
unos $1,000 de tu dinero, pero tienes que hacer algo a cambio.
-¿Qué
es?
-Híncate
– Minho abrió las piernas.
Kibum
lo miró nervioso.
-Sí,
pequeño. Tienes que mamármela.
Kibum
se hincó y comenzó a desabrocharle el cinturón.
-En
verdad estás desesperado por salir. Pensé que ya no querías vivir – dijo
mientras disfrutaba de la vista que el menor le regalaba.
Minho
terminó dentro de la boca del chico.
-Vamos,
trágalo.
Kibum
obedeció, Minho escuchó aquel sonido que tanto adoraba. Sonrió. Estaba seguro
de que la locura comenzaba a consumirlo.
-Eso
es todo – le limpió la comisura de los labios y le dio los $1,000 en efectivo.
-¿Cuándo
puedo salir? – preguntó poniéndose de pie.
-Mañana.
Hey, ¿cómo se dice?
-Gracias,
Minho.
🌹
-¿Con
quién estuviste?
-Ah…
J-Jonhyun…
El
hombro de Kibum era mordido con algo de salvajismo.
-¿Por
qué?
-M-me
lo encontré… hmn…
-Me
perteneces Kibum, no lo olvides.
Minho
lo dejaba salir con la condición de tener relaciones antes. Kibum no se
molestaba ni quejaba con tal de ser libre un momento. Ya hasta había conseguido
un celular.
-Kibum.
-¿Sí?
– el menor tenía la cabeza sobre el pecho del alto.
-¿Por
qué sigues regresando?
-No
tengo otro lugar a donde ir.
-¿No
extrañas tu vida de lujos?
-No.
🌹
-Te
estás acostando con él, ¿verdad?
-Claro
que no.
-Minho,
me doy cuenta de cómo le miras. Ya no es odio, es con algo más.
-Debo
estar enfermo. Enredarme así… con él.
-Rogaba
porque pronto te encontraras a alguien que te quitara lo triste y amargado pero
jamás me imaginé que sería Kim Kibum.
-No
saques conclusiones. Sólo tenemos relaciones por conveniencia.
-¿Seguro?
Dejaste de venderlo.
-No
quiero que me pegue algo.
-Minho,
dime la verdad. ¿Te gusta Kibum?
Minho
lo miró fijamente, sin responderle.
-Oh,
demonios… ¿cómo? ¿Cuándo?
🌹
-Lamento
lo que hice, lamento sentir esto por él. Juré vengarte, honrar tu memoria pero
sólo la manché teniendo sexo con él – hizo una pausa -Ya no puedo ocultarlo ni
quiero hacerlo. Estoy… loco por él.
Aquel
momento fue interrumpido por el sonido de la puerta; era Kibum.
-Llegaste
antes – exclamó Minho.
-No
había mucha gente en el supermercado.
Kibum
depositó las bolsas en la mesa y comenzó a sacar los productos que había dentro
de ellas.
-¿Quieres
cenar algo en especial? – le preguntó al alto.
-Lo
que tú quieras – Minho se puso de pie y se acercó a él, rodeando con sus
fornidos brazos la cintura del chico.
-¿Estás
bien?
-Sólo…
quiero estar así por un momento.
Kibum
no dijo nada, contradecir a Minho no era buena idea.
-Escúchame
bien.
Kibum
se heló por un momento; aquellas palabras sólo significaban malas noticias.
Minho le giró.
-Prométeme
que no vas a huir.
-¿Por
qué lo haría?
-Quiero
estar contigo, Kibum – pegó su frente a la del más bajo -Lamento mucho todo lo
que te hice. Sé que no tiene caso pedirte disculpas pe–
Kibum
le tomó del rostro con ambas manos.
-¿Por
qué sigues dudando de mí? Sabes que no iré a ninguna parte, te lo he
demostrado.
-Mierda,
no sé qué hiciste pero ya no puedo odiarte, de hecho yo… - bajó la mirada.
-Lo
sé, lo sé – Kibum lo besó suavemente -Gracias por perdonarme la vida – murmuró.
Minho
le abrazó fuertemente. Ni en sus sueños más mórbidos imaginó que algo así
pasaría.
🌹
-¿Qué te
gustó de él?
-Al principio
su cuerpo, luego la manera en la que su respiración se aceleraba cuando me
acercaba a él y, al final, terminé
enamorándome de todo.
-Ugh, qué
cursi.
-Sabes, aún
me siento culpable por quererlo tanto pues rompí mi promesa, pero sé que en
donde quiera que ella esté, agradece que haya encontrado a alguien que ocupara
el vacío que dejó.
🌹
-Enamorarse
de su secuestrador, me suena familiar – murmuró Kibum, apagando la televisión
luego de haber visto una película.
-Sí,
conozco un caso y lo peor es que su secuestrador correspondía a sus
sentimientos.
Kibum
sonrió y deshizo el abrazo de Minho, para ponerse entre las piernas de este.
-¿Ah
sí? – Kibum levantó una ceja.
-Sí
– contestó Minho -Mucho más de lo que él secuestrado se podría imaginar.
Kibum
enredó ambos brazos en el cuello del más alto y lo besó suavemente. Minho lo
tomó de la cintura, dejando que el fuego que ardía dentro de él creciera.
Kibum era su
rosa; tan delicada pero a la vez tan peligrosa…
F I N 🌹
❤
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