10 de noviembre de 2012

My Princess - Cap. 14


Capítulo 14
“Es difícil llegar a ti”

 

Minho cerró los ojos con fuerza e intentó tranquilizarse.

= La enfermera me dijo que usted no tiene familiares.

= No.

= ¿Está seguro? Hay algunos documentos y trámites que necesitan hacerse.

= Doctor, por favor, ya no insista.

= Como usted diga.

= ¿Podría explicarme qué es exactamente lo que tengo?

= Un coágulo en el cerebro – contestó crudamente.

= Bien, y…¿cuándo me operan?

= Me temo que necesitamos un poco de tiempo para saber cómo practicaremos la operación pues el coágulo se encuentra en una zona muy importante del cerebro.

= ¿No se supone que debo operarme pronto?

= Así es joven, pero nuestras investigaciones tomarán a lo máximo una semana, sin embargo, usted estará en extrema vigilancia.

= De acuerdo.

Minho fue regresado a su habitación, mientras que los doctores de quedaron en aquel cuarto analizando aquellas imágenes.

= Esto es muy peligroso, ¿crees que sobreviva? – preguntó un doctor.

= No lo sé, hay que llamar a los otros, necesitamos más opiniones.

 

 

 

 

 

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= Kibummie, ¿por qué no escoges esta universidad? Se ve muy buena – dijo su nana.

= Nana, lo único que quiero es encontrar a Minho, ahorita no tengo cabeza para estudiar.

= Lo sé, pero tu madre…

= Está bien, está bien, escogeré esta maldita universidad solo para callarle la boca.

= Hijo… - susurró su nana.

= Voy a decirle de una vez.

Rápidamente se dirigió al estudio, donde se encontraba su madre.

= Esta es la universidad – le aporreó el folleto en la mesa.

= Bien, mañana mismo ingresarás.

= ¡Bien! – se fue.

Rápidamente llegó la noche, lo que Kibum más odiaba, pues, al haber tanto silencio y tranquilidad, no podía evitar recordar el tiempo que pasó con Minho, todas las cosas buenas y malas que vivió con él, aquellos besos robados que le había dado, aquellos regaños, aquellos abrazos, aquellos “te quiero”, aquel “adiós” cargado de tristeza.

= Minho… - suspiró antes de quedarse dormido.

 

 


 

 

 

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{Al otro día}

 

= Kibummie, despierta pequeño, el desayuno está listo – dijo su noona.

= Cinco minutos más.

= No se puede, ya te los di.

= ¿En serio? – se incorporó de golpe.

= Sí – mintió.

= Ash, está bien – se levantó de la cama y entró la baño.

20 minutos después, ya se encontraba vestido y desayunando en el comedor, junto con sus padres.

= Hijo, me alegro de que hayas escogido esa universidad – dijo su madre.

= Sí, lo que digas – continuó comiendo = Bueno, me voy, adiós a todos – tomó su mochila y salió de la casa.

Su chofer ya lo esperaba.

= ¡Hyung! – gritó y abrazó a su “padrino mágico” = ¿Qué haces aquí? Mi mamá te había despedido.

= Pero volvió a contratarnos a tu noona y a mí, porque sabía que te sentirías muy solo.

= Hmm, tienes razón, eso explica que mi noona esté aquí – con todas las cosas que habían pasado, se había olvidado por completo de que su madre, en un arranque de histeria, había despedido a sus “padrinos”.

= Bueno hijo, sube al auto.

= Ah sí, es verdad.

= ¿No se supone que deberías quedarte a vivir en la universidad?

= Mi mamá movió sus influencias para que solo fuera a estudiar y luego, regresar a la casa.

= Oh ¿y por qué?

= Porque está loca, quiere tenerme encarcelado.

= Pues, lo que hiciste no estuvo bien.

= Ya sé, pero estaba harto de sus regaños, por eso me fui.

= Bueno, ya, no platiquemos más de eso, no me gusta verte molesto.

Rápidamente, llegaron a la dichosa escuela. Ingresó a su salón y tras la típica presentación, tomó su asiento correspondiente.

= Hola – saludó el chico de a lado = Me llamo Bang Cheol Yong, pero dime Mir.

= Hola Mir – dijo neutralmente. Aquel chico se le hizo muy simpático.

= ¿Tus papás son coreanos?

= Sí ¿por qué?

= Los míos también.

Kibum comenzó a reírse tímidamente.

= Ya lo sabía.

= ¿Qué, cómo?

= Cuando me dijiste tu nombre.

= Es verdad – ambos comenzaron a reírse.

= Jóvenes, silencio por favor – dijo la maestra.

= Oops – exclamó Mir.

Y Kibum, rápidamente, había encontrado a un nuevo amigo; tal vez y haber entrado a aquella universidad, no fue mala idea.

 

 

 

 

 

 

 

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Y así pasó rápidamente una semana. Kibum había hecho una fuerte amistad con Mir y la madre de Kibum estaba feliz de esto, pues, Mir era el hijo de uno de los políticos más cercanos al presidente y aprovecharía esto para conseguir más poder y dinero.

= ¿Entonces tu mamá te fue a buscar a Corea? – cuestionó Mir.

= Sí, pero planeo volverme a ir, solo que no sé muy bien cuándo – contó.

= Oh qué bien, eso deberías hacer. Tu mamá me asusta un poco.

= A mí demasiado.

Ambos comenzaron a reírse, en eso, entró la señora.

= Hola muchachos – saludó, los dos chicos guardaron silencio.

= Hola – murmuró Mir.

= Mir, podrías conseguirme una cita con tu padre, quiero hablar con él.

= Claro.

= ¿Pasa algo? – intervino Kibum.

= No, todo está bien – salió de la habitación = Me avisas hijo ¿ok?

= Sí señora.

= ¿Ves? Te digo que asusta – dijo Kibum.

Y de nuevo las risas se hicieron presentes.

 
 

 

 

 

 

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[Con Minho]

 

= Joven, hemos terminado con nuestras investigaciones y tenemos todo listo para que usted sea operado.

= Perfecto – dijo Minho.

= ¿Quiere que le diga los riesgos?

= Morir, eso ya lo sé, no hace falta, gracias.

= Bien, entonces, en seguida mando a la enfermera con los papeles para que usted llene.

= Gracias.

Todas sus respuestas eran cortas y con voz desganada; tenía miedo de morir, es cierto que sin Kibum a su lado era como estarlo, pero en realidad, no quería irse.

= Demonios – exclamó y se llevó las manos a la cabeza; últimamente le daban unos dolores insoportables, como si le estuviesen taladrando la cabeza; el doctor le había dicho que era debido al coágulo.

Tras llegar la enfermera, ésta le administró sus medicamentos y luego le dejó los papeles para que llenara, no sin antes indicarle todo lo que debía hacer.

= Dios mío, no dejes que me muera… - suspiró mientras firmaba el último documento.

 

 

 

 

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{Al día siguiente}

 

Kibum estaba en la escuela a punto de dormirse debido a la fastidiosa clase de sociología.

En eso, sintió que algo vibraba en su mochila, rápidamente sacó su celular y tras ver la pantalla que decía: Jonghyun, contestó.

= ¿Qué quieres? – susurró = Estoy en clase.

= Kibummie, esto es muy importante.

= ¿Es sobre Minho? ¿Qué pasa?

= Minho se está muriendo – soltó.

= ¡¿Qué?! – no pudo evitar gritar, sin embargo, la maestra estaba tan perdida en su explicación que ni cuenta se dio = Jonghyun, dime que es mentira.

= No Kibummie, Sulli tiene una amiga en el hospital donde está Minho.

= ¿P-pero, qué le pasó?

= Un accidente automovilístico, al parecer tiene un coágulo en el cerebro y sino lo operan, se muere.

= ¡No puede ser!

= Kibummie, no vayas a hacer ninguna estupidez ¿si?

= ¿Cómo no la voy a hacer? Con lo que acabas de decirme eso es imposible.

= Pero tu madre…

= ¡No me importa! Ahora mismo me voy a Corea.

= Pero…

= ¡Pero nada! Nos vemos en unas horas – cortó la llamada.

= Kibum, ¿qué pasa? Estás muy pálido.

= Mir, Minho se me muere, necesito ir a verlo.

= ¿Q-qué? ¿A dónde vas? – cuestionó al ver como su amigo tomaba su mochila y se ponía de pie.

= Adiós Mir, gracias por tu amistad – le sonrió y se acercó a la maestra.

Tras explicarle que necesitaba irse pues una persona muy importante estaba a punto de morirse, la maestra le dejó salir.

Le llamó a su “hyung” el cual no tardó en llegar. Cuando estuvo en su casa, aprovechó que su madre se encontraba trabajando, entró a la habitación de sus padres, registró todo el lugar hasta topar con la caja en la que su histérica madre guardaba el dinero.

Se sabía la contraseña pues su padre se la había dicho. Luego corrió a su habitación, empacó algo de ropa, pero faltaba algo muy importante: su pasaporte.

Por más que vació sus cajones, su clóset, sus carpetas, sus libros, no encontró nada. Aquel “librito” había desaparecido.

= Mi madre – exclamó = Ella lo tiene – dijo con odio.

Regresó a la habitación de sus padres y, valiéndole todo, comenzó a revolver los miles de folders, seguramente importantes, que se encontraban arrumbados en un rincón de aquel cuarto; sin embargo no halló absolutamente nada.

= ¡¡NANA!! – gritó a todo pulmón, la señora no tardó en llegar.

= ¡Hijo! ¿Qué haces aquí? Si tu madre lo ve…

= ¡Me vale! Nana, Minho se muere, necesito irme a Corea ahora mismo.

= ¿Qué? ¿No vas a esperar a tu padre?

= No puedo, seguramente llegará con mi mamá.

= Tienes razón, pero, ¿qué tanto buscas?

= Mi pasaporte.

= Oh… - exclamó.

= ¿No lo has visto? – preguntó = Nana, ayúdame por favor – suplicó al borde del llanto.

La señora suspiró.

= Sí, sí lo he visto, tu madre lo escondió y me hizo jurar que no te diga dónde está.

= ¡Dímelo, por favor! ¡Dímelo nana! – imploraba de rodillas.

= No está en la casa.

= ¿Qué?

= Lo tiene en su bolso, ese, el que siempre lleva a su trabajo.

= ¡No! – gritó y se tiró al piso = ¡No! ¡No! ¡Minho, necesito ir a verlo! – gritaba.

Su nana llamó a su esposo para que le ayudara a calmar al adolescente, el cual era víctima de un ataque nervioso.

= Necesito irme, necesito mi pasaporte… - decía entre berridos.

= ¿Qué hacemos? – preguntó el señor.

= No lo sé, por lo pronto calmarlo, no me gusta verlo así, me parte el corazón – respondió la nana.

= Tal vez si llamamos a su padre y le explicamos…

= ¡Tienes razón! Él puede traernos el pasaporte – dijo la señora = ¡Rápido tráeme el teléfono! – pidió = Tranquilo bebé, pronto estarás con Minho – dijo mientras le acariciaba la cabeza a un convulsionante Kibum.

= G-gracias… - susurró para luego abrazarla fuertemente.

 

 

 

 

 

~*~

 

 

 


 


Minho intentaba comer algo, pero tenía el estómago revuelto y se encontraba mareado.

De repente, sintió un dolor punzante en la cabeza. Era el más fuerte de todos los que le habían dado. Se tiró al piso sin importarle el yeso que tenía en su pierna derecha.

= ¡Enfermera! – gritó = ¡¡Enfemera!!

 

 

 


Continuará…

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