3.
Special toy.
Special toy.
-¡S-sehun!
– gemÃa a todo volumen el chino.
Oh, daba
fuertemente en su próstata, provocándole perder la razón.
-Mhh...no
debiste llevar ese pantalón a la escuela – le susurró en el oÃdo.
Tao
sintió su interior llenarse del semen de Sehun. Era la primera vez que lo
hacÃan sin protección y eso le extrañaba demasiado.
Sehun
salió de su cuerpo y se recostó a un lado de la cama.
-Pregúntalo
de una vez – le dijo.
-¿Preguntar
qué? - exclamó Tao.
-Por qué
no usé condón.
-B-bueno...no
sabÃa si ibas a querer responderme.
Sehun
rodó los ojos.
-¿Alguna
vez has dejado embarazada a alguna chica? – preguntó el chino; sabÃa que no
debió de haberlo hecho, pero aquello le carcomÃa la cabeza y necesitaba saber.
-SÃ –
Sehun respondió como si nada.
-¿Y-y...qué
hiciste con el bebé?
-Su madre
decidió tenerla – pausó –Cada fin de semana me toca verla.
-¡Aw, una
niña! – exclamó incorporándose de golpe y dando pequeños saltos en la cama,
sacudiendo a Sehun -¿Puedo preguntar algo más?
Sehun
suspiró y asintió.
-¿Sólo la
tienes a ella? Es decir...¿embarazaste a alguien más?
-No, a nadie
más – tomó aire –La madre de mi hija, es la primera chica que llevé al cuarto
de la escuela. No fui cuidadoso y la dejé embarazada; luego, ella me lo dijo y
le prometà ver por el bien de ambas pues obviamente no iba a convertirme en su
novio y mucho menos a casarme con ella; por suerte, terminó aceptando.
-Vaya...
– exclamó ZiTao –Ahora entiendo porqué te cuidas tanto. Pero conmigo no hay
problema; soy hombre.
-¿Y?
También lo hago para no contagiarme de algo.
-¿Q-qué
haces? – Sehun se le habÃa puesto encima.
-Tienes
que pagar por preguntar tanto – le abrió las piernas y se puso entre éstas –Aún
sigues dilatado.
-S-sehun...no
– lo besó. DejarÃa que Sehun hiciera lo que quisiera con su cuerpo. Oh Sehun le
volvÃa loco con aquellos besos y caricias.
-Este fin
de semana... – pausó vÃctima de la falta de aire que le estaban causando las
embestidas –Quiero que conozcas a mi hija.
-¿En
serio?
-SÃ –
aumentó el ritmo de sus caderas.
Tao no
dejaba de besarlo; era la única manera de callar sus gemidos y evitar que los
vecinos le escucharan, ya que estaba nada más y nada menos que en el departamento
de Oh Sehun, hijo del director de su escuela; el chico que le hacÃa la vida
imposible. El chico que era un dios en la cama.
-*-
El fin de
semana habÃa llegado. Tao estaba muy nervioso; se morÃa por conocer a la hija
de Sehun.
-¿Se
parecerá a él? – se preguntaba.
Escuchó
que golpearan la puerta de su apartamento.
-¡Son
ellos! – exclamó felizmente. Se apresuró a abrir -¡Aww! – chilló como colegiala
al ver a aquella hermosa creatura que Sehun estaba cargando.
-Maldita
sea, me dejaste sordo – bufó molesto.
-¿Quién
es él, papi? – preguntó la pequeña.
-Tao, es
un...amigo de papá – le dijo.
Tao
estaba embelesado con la niña. ParecÃa una muñequita de porcelana.
-¿Me
dejas cargarte? – le preguntó.
-Pero...
-No va a
morderte, Kyungri – dijo su padre.
-¿Kyungri?
¿Asà te llamas? – cuestionó, Tao.
-Sip –
contestó la niña.
Tao
sintió que explotarÃa de felicidad apenas tuvo a la pequeña entre sus brazos.
-¿Cuántos
años tienes?
-¡Cinco!
– gritó orgullosa.
Tao
volteó a ver a Sehun. Sacando cuentas, la niña deberÃa tener 4 años que era lo
que duraba su carrera universitaria.
-RepetÃ
un año, ¿contento?
-Pero
tienes 23, no entiendo.
-Bien,
bien – suspiró –Digamos que hacÃa “esas cosas” – dijo refiriéndose a lo del
bullying + sexo –Desde la preparatoria.
-Ya veo –
bufó -¿Quieres comer galletas? Hice unas.
-¡Sipi! –
la niña comenzó a aplaudir.
-Sehun,
tu hija es realmente bella.
-Hmp,
obvio. Oh Sehun es su padre – dijo con orgullo.
Tao
suspiró con pesadez y llevó Kyungri a la cocina. Le sirvió un poco de leche y
sacó las galletas que recién habÃa terminado de hornear.
-Cuidado,
están calientes – le dijo a la niña.
Sehun
observaba desde la sala. Jamás se imaginó que Tao fuera tan maternal; siempre
se le hizo un chico miedoso y estúpido, pero ahora se daba cuenta de lo
equivocado que estaba.
-ZiTao –
habló al rubio.
-¿Qué?
-Ven
aquÃ.
-Pero...
-Kyungri
puede comer sola.
-Ash, de
acuerdo – dijo entre dientes –Tu papá es muy amargado, ¿no crees?
-Se
molesta muy rápido, pero luego se le olvida – dijo la pequeña mientras comÃa y
veÃa un poco de caricaturas en el celular de su padre.
Tao le
sonrió y se dirigió hacia Sehun.
-¿Qué
quieres?
-¿En
dónde está tu baño?
-¿Sólo me
hablaste para eso?
-Responde.
-Ok. Está
ahà – señaló.
-Acompáñame.
-¿Qué?
¿No crees que ya estás bastante grandecito como para que alguien te acompañe?
-No quiero
que Kyungri vea como te cojo.
-¿Quieres...?
Sehun lo
tomó de la mano y se lo llevó a rastras.
Una vez
dentro del baño, lo empujó haciendo que cayera en la bañera (la cual, por
suerte, estaba vacÃa).
-¡Sehun!
Tu hija está aquà y...
-¿Sabes
cuántas veces me he acostado con su madre estando ella en la casa?
-Pensé
que ya no tenÃas nada con su madre.
-Sexo
ocasional. Ya sabes, para liberar el estrés – comenzó a desvestir al chino.
-Mhn –
Tao jadeó. Sehun habÃa mordido uno de sus pezones.
-Abre las
piernas – ordenó.
Tao le
hizo caso y sintió su interior llenarse por completo de Sehun Jr.
-Shh,
nada de ruidos – le dijo al rubio –Adoro como me aprietas – lo besó
salvajemente.
Oh se
movÃa con fuerza; sabÃa perfectamente que estaba dando en aquel punto pues Tao se
habÃa tapado la boca con ambas manos y todo su cuerpo se habÃa tensado.
-Sehunnie~
Era la
primera vez que ZiTao le llamaba asÃ. El chino suplicaba por los labios del
otro.
Sehun
sintió un punzante dolor en su labio inferior. Tao le habÃa mordido, pero cuando
iba a reclamarle, éste se vino dejando caer su cuerpo hacia atrás; el otro
apresuró sus embestidas viniéndose en cuestión de segundos.
-Creo que
manché tu camisa – dijo un agitado Tao.
-Pues
tendrás que lavarla.
-No hay
problema.
Volvieron
a besarse.
-Vamos,
las caricaturas de Kyungri están por terminar – dijo Sehun.
El resto
de la tarde, lo pasaron en una plaza. Tao estaba atónito ante lo buen padre que
Sehun era.
-Tao –
llamó Kyungri.
El
nombrado se agachó quedando a la altura de la niña.
-¿Puedo
quedarme a dormir en tu casa?
-Claro
pequeña, siempre y cuando tu papá esté de acuerdo – dijo.
-¿Papi,
puedo?
-Claro.
Papá también quiere quedarse a dormir – miró con lascivia al chino, quién
sonrió algo acalorado.
-¡SÃ!,
¡vamos, quiero un helado! – jaló a ambos muchachos.
-*-
-SÃ que
tiene mucha energÃa – dijo Tao observando a la pequeña dormir en el asiento
trasero del auto de su padre.
-Lo sé.
Es un milagro que se haya dormido a esta hora – pausó –Aunque, viéndolo por
otro lado, tendré más tiempo con el amigo de papi – acarició la pierna de Tao.
-Eres un
adicto al sexo.
-Di lo
que quieras, pero en unos minutos, estarás gimiendo para que te dé más duro.
-¡Shh!
¡Tu hija está aquÃ!
-Está
durmiendo – dijo.
Cuando
llegaron al departamento; Tao acomodó la habitación de huéspedes.
Sehun
recostó a su hija en la cama.
-Buenas
noches, mi nena – besó dulcemente la cabeza de la niña –Te quiero mucho.
Tao le
observaba con una sonrisa burlona.
-Quién
dirÃa que dentro de ese bulleador adicto al sexo, habrÃa un padre amoroso.
-Ni se te
ocurra mencionarlo en la escuela – lo amenazó cerrando la puerta.
-¡Ya
tengo con que manipularte! – comenzó a gritar.
Sehun lo
tumbó en el piso.
-Será
mejor que vayamos a tu habitación, ¿no crees? Sehun Jr. Necesita atención.
Tao se
mordió el labio inferior y asintió.
-*-
-Hnm...Sehun...no
pares – gemÃa el chino.
El
aludido, continuó con las succiones al miembro del otro. Jamás le habÃa hecho
sexo oral a alguien, pero es que Tao le provocaba sensaciones “extrañas” que
querÃa hacer de todo con él.
Una vez
que el rubio acabó, Sehun se tragó todo lo que habÃa liberado.
-Ponte en
cuatro – le ordenó. Tao obedeció.
Sehun
separó sus glúteos y lo penetró de golpe.
-¡Ah! Te
encanta entrar sin avisar – se quejó el otro.
-Pero lo
adoras – le mordió la oreja.
Sus
embestidas eran fuertes y feroces. Tao hacÃa lo que podÃa para no gemir
ruidosamente, pues la niña podrÃa descubrirlos.
-Sehun,
me vengo...
-¿Tan
rápido?
El chino
murmuró algo en su idioma natal y acabó manchando la cabecera de la cama.
Sehun no
tardó en seguirle.
Una vez
que ambos estuvieron recostados y con las respiraciones tranquilas; Sehun
entrelazó su mano con la de Tao.
-¿Qué
tienes? – preguntó el rubio.
-Quiero
que seas mi juguete especial.
-¿Ah?
Pensé que ese era el papel de Taeyeon.
-Pues ya
no. Le caes muy bien a mi hija y eso es más que suficiente para mÃ.
-Entonces,
¿somos novios? – preguntó con los ojos brillosos.
Sehun
quedó estático. ¿Novio de Huang ZiTao? ¿Del chino que le cagaba por el simple
hecho de vivir?
-Ya sabÃa
que ser novios era mucho para ti – exclamó Tao.
-Tal vez
podamos serlo con el tiempo...
-¿Tal
vez?
-Tao, por
favor.
-Está
bien, no me molesta ser el juguete especial de Oh Sehun – sonrió con ternura.
Sehun lo
abrazó.
-Te
quiero, Tao.
Esto
sorprendió en demasÃa al chino.
-Aunque a
veces me dan ganas de volver a golpearte como lo hacÃa antes.
-Qué
romántico eres – bromeó.
Estaban a
punto de quedarse dormidos, cuando la puerta de su habitación se abrió.
-¡Kyungri!
¿Qué haces aquÃ? – exclamó Sehun intentado cubrirse.
-¿Ya son
novios? – preguntó la niña.
Ambos se
miraron y sonrieron ante aquello.
-Supongo
que estamos en eso... – contestó su padre.
Entrelazaron las manos debajo de las sábanas.
Lo que
habÃa empezado como un odio indescriptible, habÃa terminado en una especia de
atracción que con el tiempo florecerÃa como un tierno pero salvaje y feroz
amor.
F I N
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