3 de marzo de 2014

I Hate You with Love - 3. Special toy

3.
Special toy.



-¡S-sehun! – gemía a todo volumen el chino.

Oh, daba fuertemente en su próstata, provocándole perder la razón.

-Mhh...no debiste llevar ese pantalón a la escuela – le susurró en el oído.

Tao sintió su interior llenarse del semen de Sehun. Era la primera vez que lo hacían sin protección y eso le extrañaba demasiado.

Sehun salió de su cuerpo y se recostó a un lado de la cama.

-Preg̼ntalo de una vez Рle dijo.

-¿Preguntar qué? - exclamó Tao.

-Por qué no usé condón.

-B-bueno...no sabía si ibas a querer responderme.

Sehun rodó los ojos.

-¿Alguna vez has dejado embarazada a alguna chica? – preguntó el chino; sabía que no debió de haberlo hecho, pero aquello le carcomía la cabeza y necesitaba saber.

-Sí – Sehun respondió como si nada.

-¿Y-y...qué hiciste con el bebé?

-Su madre decidió tenerla – pausó –Cada fin de semana me toca verla.

-¡Aw, una niña! – exclamó incorporándose de golpe y dando pequeños saltos en la cama, sacudiendo a Sehun -¿Puedo preguntar algo más?

Sehun suspiró y asintió.

-¿Sólo la tienes a ella? Es decir...¿embarazaste a alguien más?

-No, a nadie más – tomó aire –La madre de mi hija, es la primera chica que llevé al cuarto de la escuela. No fui cuidadoso y la dejé embarazada; luego, ella me lo dijo y le prometí ver por el bien de ambas pues obviamente no iba a convertirme en su novio y mucho menos a casarme con ella; por suerte, terminó aceptando.

-Vaya... – exclamó ZiTao –Ahora entiendo porqué te cuidas tanto. Pero conmigo no hay problema; soy hombre.

-¿Y? También lo hago para no contagiarme de algo.

-¿Q-qué haces? – Sehun se le había puesto encima.

-Tienes que pagar por preguntar tanto – le abrió las piernas y se puso entre éstas –Aún sigues dilatado.

-S-sehun...no – lo besó. Dejaría que Sehun hiciera lo que quisiera con su cuerpo. Oh Sehun le volvía loco con aquellos besos y caricias.

-Este fin de semana... – pausó víctima de la falta de aire que le estaban causando las embestidas –Quiero que conozcas a mi hija.

-¿En serio?

-Sí – aumentó el ritmo de sus caderas.

Tao no dejaba de besarlo; era la única manera de callar sus gemidos y evitar que los vecinos le escucharan, ya que estaba nada más y nada menos que en el departamento de Oh Sehun, hijo del director de su escuela; el chico que le hacía la vida imposible. El chico que era un dios en la cama.






-*-







El fin de semana había llegado. Tao estaba muy nervioso; se moría por conocer a la hija de Sehun.

-¿Se parecerá a él? – se preguntaba.

Escuchó que golpearan la puerta de su apartamento.

-¡Son ellos! – exclamó felizmente. Se apresuró a abrir -¡Aww! – chilló como colegiala al ver a aquella hermosa creatura que Sehun estaba cargando.

-Maldita sea, me dejaste sordo – bufó molesto.

-¿Quién es él, papi? – preguntó la pequeña.

-Tao, es un...amigo de papá – le dijo.

Tao estaba embelesado con la niña. Parecía una muñequita de porcelana.

-¿Me dejas cargarte? – le preguntó.

-Pero...

-No va a morderte, Kyungri – dijo su padre.

-¿Kyungri? ¿Así te llamas? – cuestionó, Tao.

-Sip – contestó la niña.

Tao sintió que explotaría de felicidad apenas tuvo a la pequeña entre sus brazos.

-¿Cuántos años tienes?

-¡Cinco! – gritó orgullosa.

Tao volteó a ver a Sehun. Sacando cuentas, la niña debería tener 4 años que era lo que duraba su carrera universitaria.

-Repetí un año, ¿contento?

-Pero tienes 23, no entiendo.

-Bien, bien – suspiró –Digamos que hacía “esas cosas” – dijo refiriéndose a lo del bullying + sexo –Desde la preparatoria.

-Ya veo – bufó -¿Quieres comer galletas? Hice unas.

-¡Sipi! – la niña comenzó a aplaudir.

-Sehun, tu hija es realmente bella.

-Hmp, obvio. Oh Sehun es su padre – dijo con orgullo.

Tao suspiró con pesadez y llevó Kyungri a la cocina. Le sirvió un poco de leche y sacó las galletas que recién había terminado de hornear.

-Cuidado, están calientes – le dijo a la niña.

Sehun observaba desde la sala. Jamás se imaginó que Tao fuera tan maternal; siempre se le hizo un chico miedoso y estúpido, pero ahora se daba cuenta de lo equivocado que estaba.

-ZiTao – habló al rubio.

-¿Qué?

-Ven aquí.

-Pero...

-Kyungri puede comer sola.

-Ash, de acuerdo – dijo entre dientes –Tu papá es muy amargado, ¿no crees?

-Se molesta muy rápido, pero luego se le olvida – dijo la pequeña mientras comía y veía un poco de caricaturas en el celular de su padre.

Tao le sonrió y se dirigió hacia Sehun.

-¿Qué quieres?

-¿En dónde está tu baño?

-¿Sólo me hablaste para eso?

-Responde.

-Ok. Está ahí – señaló.

-Acompáñame.

-¿Qué? ¿No crees que ya estás bastante grandecito como para que alguien te acompañe?

-No quiero que Kyungri vea como te cojo.

-¿Quieres...?

Sehun lo tomó de la mano y se lo llevó a rastras.

Una vez dentro del baño, lo empujó haciendo que cayera en la bañera (la cual, por suerte, estaba vacía).

-¡Sehun! Tu hija está aquí y...

-¿Sabes cuántas veces me he acostado con su madre estando ella en la casa?

-Pensé que ya no tenías nada con su madre.

-Sexo ocasional. Ya sabes, para liberar el estrés – comenzó a desvestir al chino.

-Mhn – Tao jadeó. Sehun había mordido uno de sus pezones.

-Abre las piernas – ordenó.

Tao le hizo caso y sintió su interior llenarse por completo de Sehun Jr.

-Shh, nada de ruidos – le dijo al rubio –Adoro como me aprietas – lo besó salvajemente.

Oh se movía con fuerza; sabía perfectamente que estaba dando en aquel punto pues Tao se había tapado la boca con ambas manos y todo su cuerpo se había tensado.

-Sehunnie~

Era la primera vez que ZiTao le llamaba así. El chino suplicaba por los labios del otro.

Sehun sintió un punzante dolor en su labio inferior. Tao le había mordido, pero cuando iba a reclamarle, éste se vino dejando caer su cuerpo hacia atrás; el otro apresuró sus embestidas viniéndose en cuestión de segundos.

-Creo que manch̩ tu camisa Рdijo un agitado Tao.

-Pues tendrás que lavarla.

-No hay problema.

Volvieron a besarse.

-Vamos, las caricaturas de Kyungri están por terminar – dijo Sehun.

El resto de la tarde, lo pasaron en una plaza. Tao estaba atónito ante lo buen padre que Sehun era.

-Tao – llamó Kyungri.

El nombrado se agachó quedando a la altura de la niña.

-¿Puedo quedarme a dormir en tu casa?

-Claro pequeña, siempre y cuando tu papá esté de acuerdo – dijo.

-¿Papi, puedo?

-Claro. Papá también quiere quedarse a dormir – miró con lascivia al chino, quién sonrió algo acalorado.

-¡Sí!, ¡vamos, quiero un helado! – jaló a ambos muchachos.







-*-








-Sí que tiene mucha energía – dijo Tao observando a la pequeña dormir en el asiento trasero del auto de su padre.

-Lo sé. Es un milagro que se haya dormido a esta hora – pausó –Aunque, viéndolo por otro lado, tendré más tiempo con el amigo de papi – acarició la pierna de Tao.

-Eres un adicto al sexo.

-Di lo que quieras, pero en unos minutos, estarás gimiendo para que te dé más duro.

-¡Shh! ¡Tu hija está aquí!

-Está durmiendo – dijo.

Cuando llegaron al departamento; Tao acomodó la habitación de huéspedes.

Sehun recostó a su hija en la cama.

-Buenas noches, mi nena – besó dulcemente la cabeza de la niña –Te quiero mucho.

Tao le observaba con una sonrisa burlona.

-Quién diría que dentro de ese bulleador adicto al sexo, habría un padre amoroso.

-Ni se te ocurra mencionarlo en la escuela – lo amenazó cerrando la puerta.

-¡Ya tengo con que manipularte! – comenzó a gritar.

Sehun lo tumbó en el piso.

-Será mejor que vayamos a tu habitación, ¿no crees? Sehun Jr. Necesita atención.

Tao se mordió el labio inferior y asintió.







-*-







-Hnm...Sehun...no pares – gemía el chino.

El aludido, continuó con las succiones al miembro del otro. Jamás le había hecho sexo oral a alguien, pero es que Tao le provocaba sensaciones “extrañas” que quería hacer de todo con él.

Una vez que el rubio acabó, Sehun se tragó todo lo que había liberado.

-Ponte en cuatro – le ordenó. Tao obedeció.

Sehun separó sus glúteos y lo penetró de golpe.

-¡Ah! Te encanta entrar sin avisar – se quejó el otro.

-Pero lo adoras – le mordió la oreja.

Sus embestidas eran fuertes y feroces. Tao hacía lo que podía para no gemir ruidosamente, pues la niña podría descubrirlos.

-Sehun, me vengo...

-¿Tan rápido?

El chino murmuró algo en su idioma natal y acabó manchando la cabecera de la cama.
Sehun no tardó en seguirle.

Una vez que ambos estuvieron recostados y con las respiraciones tranquilas; Sehun entrelazó su mano con la de Tao.

-¿Qué tienes? – preguntó el rubio.

-Quiero que seas mi juguete especial.

-¿Ah? Pensé que ese era el papel de Taeyeon.

-Pues ya no. Le caes muy bien a mi hija y eso es más que suficiente para mí.

-Entonces, ¿somos novios? – preguntó con los ojos brillosos.

Sehun quedó estático. ¿Novio de Huang ZiTao? ¿Del chino que le cagaba por el simple hecho de vivir?

-Ya sabía que ser novios era mucho para ti – exclamó Tao.

-Tal vez podamos serlo con el tiempo...

-¿Tal vez?

-Tao, por favor.

-Está bien, no me molesta ser el juguete especial de Oh Sehun – sonrió con ternura.

Sehun lo abrazó.

-Te quiero, Tao.

Esto sorprendió en demasía al chino.

-Aunque a veces me dan ganas de volver a golpearte como lo hacía antes.

-Qué romántico eres – bromeó.

Estaban a punto de quedarse dormidos, cuando la puerta de su habitación se abrió.

-¡Kyungri! ¿Qué haces aquí? – exclamó Sehun intentado cubrirse.

-¿Ya son novios? – preguntó la niña.

Ambos se miraron y sonrieron ante aquello.

-Supongo que estamos en eso... – contestó su padre.

Entrelazaron las manos debajo de las sábanas.

Lo que había empezado como un odio indescriptible, había terminado en una especia de atracción que con el tiempo florecería como un tierno pero salvaje y feroz amor.




F I N 

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