16 de enero de 2018

Craving - Capítulo 5 (último capítulo)

5.



-Apágalo – pidió la señora.

-¡Voy a matar a Doyoung! – gritó la joven caminando hacia la salida del cuarto.

-No – la madre de Taeyong le detuvo -Tú trajiste a ese chico a su vida, así que ahora te aguantas – dijo la señora.

-¿Acaso no vio lo que estaban haciendo? ¡Doyoung estaba sobre Taeyong! Esa… esa posición es su favorita – murmuró la joven comenzando a llorar.

-Si Taeyong te deja, lo tendrás bien merecido – dijo la señora, soltando la muñeca de la chica para después abandonar la habitación.






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Taeyong golpeaba con fuerza contra el cuerpo de Doyoung, quien estaba más que envuelto en sudor y placer; se había entregado por completo a su captor.

Apenas ambos terminaron, Taeyong comenzó a vestirse.

-Dale el número de tu padre a Johnny – ordenó.

Doyoung asintió.

Cuando Taeyong abrió la puerta, lo primero que vio fue el rostro empapado de lágrimas de su novia.

-¿Qué te pasa? – le preguntó.

La chica le dio una fuerte cachetada.

-¡¿No que no sentías nada por él?!

Taeyong tomó aire, la tomó fuertemente del brazo y la alejó de ahí.

-Bien, si tanto quieres oírlo – hizo una pausa -Es verdad. Doyoung me gusta, por eso no lo he matado, ¿contenta?

La chica parpadeó un par de veces.

-Y déjame decirte algo – se acercó a su oído -Lo hace mejor que tú – le palmeó el hombro y retomó su caminar.

-¡Me las vas a pagar Kim Taeyong!

-Pobre de ti que le toques un solo cabello – respondió el aludido.







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[Horas después]

La novia de Taeyong había aprovechado que éste dormía para escabullirse por la mansión hasta llegar a la habitación en la que Doyoung se encontraba.

El chico también dormía así que rápidamente caminó sigilosamente hacia él y se sentó en la cama; comenzó a acariciarle suavemente el rostro. Doyoung empezó a moverse.

-Despierta – susurró en su oído.

Doyoung se incorporó de golpe en la cama. Encendió la lámpara que estaba en el buró junto a la cama.

-¿Qué haces aquí? – preguntó asustado.

La chica sonrió enormemente, se levantó de la cama, dio unos pasos hacia atrás y abrió la bata de dormir que tenía puesta, revelando su desnudo cuerpo.

-¿Qué te parece si repetimos lo de aquella noche en el auto de Taeyong?

Tras hacer aquella pregunta, la chica se retiró la bata de dormir por completo y comenzó a caminar hacia Doyoung quien se levantó de la cama y se pegó en una de las esquinas de la habitación.

-No deberías estar aquí – dijo Doyoung.

La chica rodó los ojos y lanzó un suspiro.

-Veo que ahora prefieres los penes.

Doyoung no dijo nada.

-¡En especial el de Taeyong! – levantó la voz, provocando que Doyoung brincara del susto –Escucha, Taeyong es lo único bueno que me ha pasado en la vida y no permitiré que me lo quites.

-¿Quitártelo? Como si quisiera hacerlo.

La chica se dio la media vuelta y recogió la bata de dormir.

-¡Le gustas, él mismo me lo dijo! – dijo mientras se vestía.

Doyoung abrió los ojos en demasía.







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Taeyong había notado la ausencia de su novia; no necesitó pensar mucho en dónde se encontraba.

-¡Le gustas, él mismo me lo dijo!

Tras escuchar aquellas palabras y ver la reacción de Doyoung, una enorme sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. Su novia abandonó la habitación completamente furiosa.

Más que veloz, abandonó el cuarto de seguridad y regresó a su habitación para que la chica no sospechara.

Una vez que estuvo acomodado en la cama, escuchó cómo la puerta del cuarto se abría con fuerza y golpeaba la pared.

-Lo odio, lo odio tanto – murmuraba la chica.

-¿En dónde estabas? – preguntó Taeyong, sin encender la luz.

-Salí por un poco de aire fresco – respondió la joven.

-Mañana hablaré con un cliente, quiero que me acompañes.

-¡Claro! – la voz de la chica cambió rápidamente y brincó hacia la cama, Taeyong la recibió en sus brazos y luego de haber tenido relaciones, ambos cayeron dormidos.








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-Tú novia vino a verme – dijo Doyoung mientras desayunaba.

-Lo sé, lo vi – respondió Taeyong mirando por la única ventana que había en la habitación; esta daba hacia el patio trasero de la mansión.

-¿Es verdad lo que dijo? – preguntó Doyoung.

Taeyong se volteó y sonrió.

-¿Harás algo al respecto? – cuestionó.

Doyoung negó con la cabeza; no sabía qué responder.

-Hoy hablaré con tu padre, por teléfono obviamente.

-¿En serio? – la voz de Doyoung reflejaba alegría.

-Sí. Lo haré cuando regrese de ver a un cliente; necesitaré de tu colaboración.

Doyoung asintió con la cabeza. Taeyong se acercó a él y lo besó posesivamente.

-Y sí, es verdad. Me gustas – susurró sobre sus labios tras terminar de besarlo.

Doyoung no pudo articular palabra. Taeyong abandonó la habitación.






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[Días después]

Era el día en el que Doyoung sería finalmente liberado. Su padre había pagado la cantidad pedida por Taeyong, así que sólo esperaban a que llegara la hora en la que Doyoung regresara a su hogar.

-¡Ah! ¡Más! ¡Más rápido! – pedía Doyoung a gritos.

Taeyong se encontraba sobre su cuerpo, embistiendo con fuerza.

-Mierda – exclamó el pelinegro, terminando en el interior de Doyoung, se recostó a su lado para regular su respiración -Espero que cumplas con lo acordado – advirtió Taeyong.

-No te preocupes por eso – contestó Doyoung, limpiando su entrepierna.

-Date un baño, vendré por ti en dos horas – dijo Taeyong una vez que estuvo vestido.

Doyoung asintió.








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Doyoung al fin se encontraba en su hogar.

Luego de haber abrazado, besado y platicado con sus familiares, fue darse un baño para deshacerse del olor al jabón y shampoo barato con el que estuvo bañándose durante todo el tiempo de su captura.

Mientras lo hacía, recordaba todo lo vivido, en especial el sexo pues Taeyong le había dado más placer que cualquier otra mujer en su vida. Inconscientemente llevó una mano hacia su miembro y comenzó a frotarlo suavemente.

-Doyoung, ¿todo bien? – la voz de su padre desde el otro lado de la puerta, interrumpió su momento.

-Sí, papá, todo bien –respondió.

-No tardes mucho, la cena está servida.

Escuchó los pasos de su padre alejarse; sin embargo, había perdido la concentración así que terminó de ducharse rápidamente. Su familia esperaba a por él en el comedor, su secuestro se había hecho público pero debido a que su padre era político, no había recibido mucho apoyo ya que la gente lo había etiquetado como un “ajuste de cuentas”.







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[Meses después]

Doyoung y Taeyong habían comenzado una relación a escondidas. Taeyong había terminado con su novia poco después de que Doyoung fuera liberado.

Ambos se reunían luego de que Doyoung terminara con su jornada escolar. Sus padres no sospechaban nada pues Doyoung siempre había sido muy independiente.

Doyoung estaba en la cafetería en la que trabajaba Taeil. Le acababa de contar sobre su “relación secreta y peligrosa”, pero había omitido decirle que él fue quien le secuestró; de hecho nadie lo sabía, había inventado que la mayor parte del tiempo estuvo con los ojos vendados y que no podría reconocer a su secuestrador.

-¡¿QUÉ?! ¿Taeyong? – exclamó Taeil.

-Increíble, ¿no?

-¿Y qué pasó con su novia? Pensé que morías por ella.

-Supongo que Taeyong me hizo cambiar de parecer.

-Pero, ¿cómo es que llegaron a tener esta relación? Hay muchas cosas que me confunden – dijo el mayor.

Doyoung iba a responder cuando un claxon sonó y una camioneta negra se estacionó en la puerta.

-Me tengo que ir. Te explico luego.

Taeil no era nada tonto, sabía perfectamente que ese tipo de camioneta era comúnmente usada por traficantes; quedó boquiabierto cuando vio quién iba a bordo: Taeyong.

Rápidamente juntó todas las piezas de aquel rompecabezas mental que estuvo armando desde que Doyoung fue secuestrado. Su principal sospechoso había sido Taeyong y con lo que acababa de pasar su hipótesis había sido confirmada.

-Doyoung y Taeyong son más parecidos de lo que imaginan – suspiró Taeil para después regresar a trabajar.




f i n


10 de enero de 2018

Craving - Capítulo 4

4.


-¡No entiendo por qué no lo matas! – gritó su novia al borde la histeria.

-Tú te metiste con él, ahora aguántate.

-¿Tanto te gustó cogértelo?

Taeyong no pudo ocultar su sorpresa.

-Olvidaste apagar la cámara de esa habitación.

El pelinegro no dijo nada.

-¡Responde! ¿Tan bien te lo hizo? – preguntó con lágrimas en los ojos la chica.

-Princesa, escucha— - se acercó a ella con intenciones de tomarla de los hombros, pero la chica se alejó.

-¡No! ¡No escucharé nada! Mi único error fue acostarme con él pero tú… tú— te gusta, ¿verdad?

Taeyong desvió la mirada.

-¡Te gusta! ¡Es por eso que no lo matas! – comenzó a golpearle el pecho.

-¡Basta! – le dio una cachetada -No tienes derecho a hablarme así, olvidas tu lugar, olvidas que te salvé la vida. Si no fuera por mí, estarías en una fosa pudriéndote mientras otras personas viven felices con tus órganos por dentro.

La chica no dijo nada sólo lloraba amargamente.

-Doyoung no es más que un juguete para mí, no siento ni la más mínima compasión por él. Que te quede claro.

-¿Entonces por qué ya no me tocas?

Taeyong lanzó un suspiró y rodó los ojos.

-Estaba en una silla de ruedas, por si lo olvidas. No podía hacer esfuerzos.

-Yo pude haber hecho todo.

-Si vuelves a tocar el tema, te sacaré para siempre de la mansión y de mi vida.

La chica le miró asustada.

-¿Está claro? – preguntó.

-Sí – contestó entre sollozos.

-Bien – se acercó para besarla.

Y los deseos de la chica fueron concebidos. Taeyong la poseyó hasta el amanecer.







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[Horas después]

-¿Qué pasa, Johnny? – preguntó Taeyong algo adormilado.

-Su madre… jefe.

-¿Qué? ¿Qué tiene?

-Está encerrada con Doyoung. Apagó la cámara y se niega a abrir.

Taeyong ordenó a sus guaruras tumbar la puerta. Doyoung estaba inconsciente y amarrado a la silla.

-¿Qué hiciste, mamá? – exclamó Taeyong acercándose al menor.

-Sólo está anestesiado – contestó la mujer -Escucha, un cliente necesita un riñón y él fue el primero en el que pensé.

-Pero es mío.

Los guaruras y la madre de Taeyong quedaron sorprendidos.

-Puedo conseguirte uno, sólo tenías que decírmelo – agregó Taeyong.

La mujer suspiró con pesadez. Los guardias abandonaron la habitación a petición de la señora.

-Hijo, no te obsesiones con ese muchacho.

-No lo estoy – contestó con el ceño fruncido.

-No quieres que nadie lo toque pero tampoco quieres matarlo. No simpatizaré con tu novia pero puedo ver lo mucho que está afectando su relación.

-Ya arreglé eso con ella.

-Entonces deshazte de él.

La señora salió de la habitación, Taeyong quedó pensativo durante un par de minutos; Doyoung comenzó a despertar.

-Tu madre… sí que da miedo – exclamó tras reconocer la silueta de Taeyong -Oye, ¿qué te pasa?
Taeyong se volteó y se acercó a él.

-¿Cuánto estaría dispuesta tu familia a pagar por tu rescate?

Doyoung quedó perplejo.

-¿Me dejarás ir? – levantó una ceja.

-Si la cantidad me convence, sí.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión?

-¡¿Acaso importa?!

Doyoung dio un respingo ante el grito de Taeyong.

-Contacta a mi padre – indicó Doyoung.

Taeyong asintió.

-¿Qué? – preguntó Doyoung ya que Taeyong no le quitaba la mirada de encima.

El pelinegro lo besó, Doyoung no correspondió al principio pero después se dejó llevar. El también deseaba ese momento.







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-Señora, ¿ha visto a Taeyong? – preguntó la novia de éste cuando se topó con la madre de Taeyong en la sala de la mansión.

-¿No regresó a su habitación? – preguntó la señora.

-No – respondió la chica.

La señora soltó un bufido.

-Acompáñame – le dijo a la joven.

Ambas caminaron hacia la sala de seguridad en donde tenían los monitores que transmitían lo que grababan las cámaras. La señora le pidió al chico que trabajaba ahí que le reconectara la cámara de la habitación en la que tenían encerrado a Doyoung.

-¿Segura, señora? – preguntó el chico.

-¡Sí! ¡Hazlo rápido!

El muchacho asintió.

-¡Maldita sea! – exclamó la novia de Taeyong tras ver lo que pasaba en aquella habitación.

La madre del pelinegro apartó la mirada del monitor.



Continuará…

9 de enero de 2018

Craving - Capítulo 3

3.


-¡¿Pero qué fue lo que te pasó?! – exclamó la chica tras ver cómo su novio era escoltado por Johnny hacia el interior de la mansión.

-Fue una emboscada – trató de explicar Johnny, quien también había recibido fuertes golpes.

-¿Qué? ¿Quién?

-El cliente con el que Taeyong firmaría hoy.

-Mi amor, necesitas ir al hospital. Estás muy mal – decía la chica, tocando con mucho cuidado el rostro ensangrentado del pelinegro.

-No, nada de hospitales. Me quedaré aquí.

-P-pero—

-Johnny, llama al doctor de la familia.

-Sí, joven – Johnny condujo a Taeyong al primer sillón de la sala y con dificultad se estiró para tomar el teléfono y teclear los dígitos.

-¿Tienes idea de quién pudo haberlo hecho? – preguntó la chica a Taeyong.

-Kim Doyoung. Él los mandó – respondió el herido.

-¿Qué? ¿No está muerto?

-Pero le saldrá muy caro. MUY caro – dijo y se desvaneció en el sillón detrás de él.







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Taeyong fue revisado por el médico; tenía dos costillas rotas y múltiples golpes por todo el cuerpo, pero fuera de eso, todo estaba en orden. Se le recetaron unas pastillas para el dolor las cuales se negó a tomar, pero su madre terminó convenciéndolo y luego de tomarlas, se quedó dormido.

-No se preocupen, señor y señora Kim; su hijo es joven y se recuperará pronto – dijo el doctor.

-Pero, la pérdida de sangre—

-No fue nada serio. Como les dije, es joven y fuerte.

Los señores acompañaron al médico a la salida; la novia de Taeyong regresó a la habitación de su novio.

-Lamento haberme metido con ese imbécil. Me odio por haberte traicionado así. Si tan sólo pudiera retroceder el tiempo… - comenzó a llorar.

-¿Fuiste capaz de engañar a mi hijo? – exclamó la madre de Taeyong.

-Señora… déjeme explicarle.

La mujer le lanzó una sonora cachetada a la joven.

-¡Fuera de esta casa, maldita ramera! ¡Fuera!

La chica abandonó la habitación bañada en llanto; no ganaría nada discutiendo con esa mujer.







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[Horas después]

Taeyong había despertado; su furia había bloqueado el dolor que le provocaban las heridas.

-Taeyong, ¿a dónde vas? – preguntó su madre.

-Necesito hacer algo – contestó, mientras Johnny le ayudaba a salir de la cama.

-No, deja de trabajar un día por lo menos.

-No puedo mamá, mucho menos si el maldito que me hizo esto está en mi casa – dijo sentándose en la silla de ruedas.

-¿Qué? ¿Lo secuestraste?

-Así es y le hará pagar por todo.

-¿No quieres que tu padre se encargue de él?

-No, lo haré yo mismo.

La mujer soltó un suspiro.

-De acuerdo.

-¿Y mi novia?

-No menciones a esa zorra en mi presencia, sé muy bien que te fue infiel.

Taeyong abrió los ojos con sorpresa.

-¿La echaste de mi casa?

-En mi primera, esta mansión es mía y en segunda, sí, la eché pero seguramente dejarás que regrese.

Taeyong sonrió y asintió.

-Hay muchachas mejores que ella – bufó su madre.

-Pero no con el cuerpo de ella.

La mujer no dijo nada, sólo salió de la habitación.

-Llévame con él – ordenó a Johnny el cual obedeció.







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-¡Sí, sí fui yo! ¿Qué harás al respecto? ¿Matarme o violarme de nuevo? – gritó Doyoung quien se encontraba amarrado en la silla de la habitación. Ahora tenía más golpes en el rostro y cuerpo, cortesía del guarura de Taeyong.

Johnny miró a Taeyong y luego a Doyoung; su jefe no acostumbraba acostarse con sus víctimas, ésta debía ser muy especial para hacerlo pero al final terminaba matándolas, la única persona que se había salvado había sido su novia. Le sorprendía la cantidad de tiempo que Taeyong había dejado vivo a Doyoung.

-¿Quién te ayudó? – preguntó Taeyong.

-No te lo voy a decir.

-No hay manera de saber la ubicación de este escondite. ¡¿Quién te ayudó?! Si me lo dices juro que— - comenzó a toser.

-Primero recupérate y luego me matas, ¿ok?

Taeyong le miró con odio.

-Jefe – exclamó Johnny preocupado, Taeyong estaba tosiendo sangre.

La madre del pelinegro entró a la habitación.

-¡Por dios! ¡Hijo! – dijo la señora, sumamente preocupada.

-Estoy bien – contestó Taeyong, con dificultad.

-No, no lo estás. Sácalo de aquí, Johnny.

El alto asintió y ambos abandonaron la habitación. La mujer se quedó a solas con Doyoung.

-Si no te mata él, lo haré yo misma – salió de la habitación, dando un portazo.








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[Días después]

-¿Te duele, huh?

-Ah… uh…

-No, no, no. Nada de encorvarse.

Doyoung apretaba las sábanas con fuerza. Taeyong le había puesto un consolador que le estaba causando más dolor que placer.

Taeyong le tomó de los cabellos e hizo que lo mirara a la cara.

-Sólo espera a que deje esta estúpida silla de ruedas para que pueda asesinarte lenta y dolorosamente.

Doyoung se vino una vez más. Taeyong llevaba casi dos horas torturándolo con diferentes juguetes.

-¿Por qué no me matas? – preguntó Doyoung con la voz entrecortada.

-Es más divertido torturarte. Tu cómplice sólo aguantó dos días, tú ya llevas tres, aunque… su tortura fue diferente.

Doyoung palideció.

-¿Qué? ¿Creíste que no averiguaría quién era?

Taeyong salió de la habitación con ayuda de Johnny.

-Ve que le alimenten – pidió, Johnny asintió. A pesar de torturarlo, Taeyong vigilaba que comiera al menos tres veces al día; algo andaba mal ahí, pero no podía decir nada. No era más que un sirviente.



Continuará…