9 de enero de 2018

Craving - Capítulo 3

3.


-¡¿Pero qué fue lo que te pasó?! – exclamó la chica tras ver cómo su novio era escoltado por Johnny hacia el interior de la mansión.

-Fue una emboscada – trató de explicar Johnny, quien también había recibido fuertes golpes.

-¿Qué? ¿Quién?

-El cliente con el que Taeyong firmaría hoy.

-Mi amor, necesitas ir al hospital. Estás muy mal – decía la chica, tocando con mucho cuidado el rostro ensangrentado del pelinegro.

-No, nada de hospitales. Me quedaré aquí.

-P-pero—

-Johnny, llama al doctor de la familia.

-Sí, joven – Johnny condujo a Taeyong al primer sillón de la sala y con dificultad se estiró para tomar el teléfono y teclear los dígitos.

-¿Tienes idea de quién pudo haberlo hecho? – preguntó la chica a Taeyong.

-Kim Doyoung. Él los mandó – respondió el herido.

-¿Qué? ¿No está muerto?

-Pero le saldrá muy caro. MUY caro – dijo y se desvaneció en el sillón detrás de él.







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Taeyong fue revisado por el médico; tenía dos costillas rotas y múltiples golpes por todo el cuerpo, pero fuera de eso, todo estaba en orden. Se le recetaron unas pastillas para el dolor las cuales se negó a tomar, pero su madre terminó convenciéndolo y luego de tomarlas, se quedó dormido.

-No se preocupen, señor y señora Kim; su hijo es joven y se recuperará pronto – dijo el doctor.

-Pero, la pérdida de sangre—

-No fue nada serio. Como les dije, es joven y fuerte.

Los señores acompañaron al médico a la salida; la novia de Taeyong regresó a la habitación de su novio.

-Lamento haberme metido con ese imbécil. Me odio por haberte traicionado así. Si tan sólo pudiera retroceder el tiempo… - comenzó a llorar.

-¿Fuiste capaz de engañar a mi hijo? – exclamó la madre de Taeyong.

-Señora… déjeme explicarle.

La mujer le lanzó una sonora cachetada a la joven.

-¡Fuera de esta casa, maldita ramera! ¡Fuera!

La chica abandonó la habitación bañada en llanto; no ganaría nada discutiendo con esa mujer.







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[Horas después]

Taeyong había despertado; su furia había bloqueado el dolor que le provocaban las heridas.

-Taeyong, ¿a dónde vas? – preguntó su madre.

-Necesito hacer algo – contestó, mientras Johnny le ayudaba a salir de la cama.

-No, deja de trabajar un día por lo menos.

-No puedo mamá, mucho menos si el maldito que me hizo esto está en mi casa – dijo sentándose en la silla de ruedas.

-¿Qué? ¿Lo secuestraste?

-Así es y le hará pagar por todo.

-¿No quieres que tu padre se encargue de él?

-No, lo haré yo mismo.

La mujer soltó un suspiro.

-De acuerdo.

-¿Y mi novia?

-No menciones a esa zorra en mi presencia, sé muy bien que te fue infiel.

Taeyong abrió los ojos con sorpresa.

-¿La echaste de mi casa?

-En mi primera, esta mansión es mía y en segunda, sí, la eché pero seguramente dejarás que regrese.

Taeyong sonrió y asintió.

-Hay muchachas mejores que ella – bufó su madre.

-Pero no con el cuerpo de ella.

La mujer no dijo nada, sólo salió de la habitación.

-Llévame con él – ordenó a Johnny el cual obedeció.







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-¡Sí, sí fui yo! ¿Qué harás al respecto? ¿Matarme o violarme de nuevo? – gritó Doyoung quien se encontraba amarrado en la silla de la habitación. Ahora tenía más golpes en el rostro y cuerpo, cortesía del guarura de Taeyong.

Johnny miró a Taeyong y luego a Doyoung; su jefe no acostumbraba acostarse con sus víctimas, ésta debía ser muy especial para hacerlo pero al final terminaba matándolas, la única persona que se había salvado había sido su novia. Le sorprendía la cantidad de tiempo que Taeyong había dejado vivo a Doyoung.

-¿Quién te ayudó? – preguntó Taeyong.

-No te lo voy a decir.

-No hay manera de saber la ubicación de este escondite. ¡¿Quién te ayudó?! Si me lo dices juro que— - comenzó a toser.

-Primero recupérate y luego me matas, ¿ok?

Taeyong le miró con odio.

-Jefe – exclamó Johnny preocupado, Taeyong estaba tosiendo sangre.

La madre del pelinegro entró a la habitación.

-¡Por dios! ¡Hijo! – dijo la señora, sumamente preocupada.

-Estoy bien – contestó Taeyong, con dificultad.

-No, no lo estás. Sácalo de aquí, Johnny.

El alto asintió y ambos abandonaron la habitación. La mujer se quedó a solas con Doyoung.

-Si no te mata él, lo haré yo misma – salió de la habitación, dando un portazo.








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[Días después]

-¿Te duele, huh?

-Ah… uh…

-No, no, no. Nada de encorvarse.

Doyoung apretaba las sábanas con fuerza. Taeyong le había puesto un consolador que le estaba causando más dolor que placer.

Taeyong le tomó de los cabellos e hizo que lo mirara a la cara.

-Sólo espera a que deje esta estúpida silla de ruedas para que pueda asesinarte lenta y dolorosamente.

Doyoung se vino una vez más. Taeyong llevaba casi dos horas torturándolo con diferentes juguetes.

-¿Por qué no me matas? – preguntó Doyoung con la voz entrecortada.

-Es más divertido torturarte. Tu cómplice sólo aguantó dos días, tú ya llevas tres, aunque… su tortura fue diferente.

Doyoung palideció.

-¿Qué? ¿Creíste que no averiguaría quién era?

Taeyong salió de la habitación con ayuda de Johnny.

-Ve que le alimenten – pidió, Johnny asintió. A pesar de torturarlo, Taeyong vigilaba que comiera al menos tres veces al día; algo andaba mal ahí, pero no podía decir nada. No era más que un sirviente.



Continuará…

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