Capítulo 4:
Oscuridad
-¿Por qué
viniste hoy? – susurró Mark, empujando al chico para que retrocediera y le
dejara salir del departamento.
Mark cerró la
puerta tras suyo, Donghyuck aprovechó para ponerse de pie y pegar la oreja a
ésta; tenía una hipótesis y necesitaba comprobarla.
-Tú me citaste
hoy, ¿lo olvidas? Vamos, bebé. Muero por sentirte dentro.
-No, hoy no.
-¿Por qué?
¿Es por el chico en tu departamento?
-No— ¿lo
viste?
-Claro. No es
tu tipo, déjalo ir y cógeme toda la noche, sólo como tú sabes hacerlo.
-No, basta.
Vete.
-Pero—
-Obedece.
-Hmm… sólo
porque sabes usar las palabras que me encantan. Prométeme que la próxima vez
que nos veamos, usarás la cadena* conmigo.
-Sí, sí.
Ahora vete.
Se escuchó
como el chico le daba un sonoro beso a Mark.
Donghyuck
estaba impresionado, tanto que no tuvo tiempo de esquivar el fuerte golpe
ocasionado cuando su vecino abrió la puerta.
-¡¿Qué mierda
haces ahí?! – reclamó Mark.
-E-es… -
tragó saliva -¿Te gustan los hombres?
Mark
enfureció en demasía con aquellas palabras. Le lanzó una cachetada, Donghyuck
sintió su mejilla izquierda arder.
-Cuidado con
lo que dices – advirtió para después tomarlo con fuerza de la camiseta.
Mark estaba
agitado, su rostro se encontraba desencajado, pero sus ojos analizaban las
facciones del moreno, quien permanecía asustado. De pronto, una siniestra
sonrisa se dibujó en su rostro; arrastró al chico hacia su habitación. Lo lanzó
a la cama apenas estuvo dentro de la pieza.
-¿Quieres
comprobar si me gustan los hombres? – preguntó Mark sacándose la playera negra
que traía puesta.
Donghyuck
tragó saliva, su mirada recorrió aquel abdomen moderadamente marcado y lleno de
tatuajes. ¿Cómo debería sentirse? ¿Con miedo o...?
Mark caminó
hacia él, empujándolo del pecho para que quedara recostado en la cama; se sentó
sobre su estómago, lo tomó de las muñecas, las cuales aseguró con las esposas
que estaban encadenadas a la cabecera de barrotes de metal.
-Oh sí, me
gusta el sexo duro.
-¿S-sexo? –
Donghyuck palideció ante aquella palabra.
-¿Qué? ¿Nunca
has—?
Donghyuck
negó con la cabeza. Comenzó a jalarse, buscando soltarse. Su cuerpo temblaba de
lo que él había “identificado” como miedo.
-Bueno, eso
se puede arreglar – Mark sonrió, para después incorporarse y ubicar sus manos
en la costura del pantalón de Donghyuck, comenzando a bajarlo.
-N-no… Mark –
suplicó Donghyuck, moviéndose sin descanso.
-Demasiado
tarde – Mark terminó de retirarle los pantalones, dejándolo en ropa interior.
Se abrió espacio entre sus piernas y se acercó peligrosamente a su rostro,
procurando frotar su pene contra el de su víctima.
-Te lo
suplico… no sigas – dijo con la voz entrecortada Donghyuck.
-Eso no
funcionará conmigo - susurró sobre la boca del otro, sin besarlo. Una de sus
manos se coló por debajo de su camiseta, acarició aquella cálida y erizada
piel; su mano libre palmeó el buró junto a la cama, hasta que encontró lo que
estaba buscando: una navaja.
El pánico se
apoderó de Donghyuck cuando Mark sujetó el arma frente a su rostro.
-Tranquilo,
sólo voy a quitarte esto – retiró la mano que tenía dentro de la camiseta de
Donghyuck y sin más, cortó la tela de esta.
Tras prácticamente
destrozar aquella prenda, le bajó la ropa interior y antes de hacer algo más, volvió
a estirar el brazo hasta dar con el buró; sacó del primer cajón un condón y un
tubo de lubricante.
-Será mejor
que te quedes quieto – advirtió Mark, mojando tres dedos de su mano derecha con
el lubricante.
Donghyuck
apretó los ojos apenas sintió un dedo en su entrada; comenzó a jalarse con
fuerza, lastimándose en las muñecas en el proceso. El ardor no solo estaba
presente en aquella zona sino también en su parte baja.
Mark sonrió
tras ver cómo las cejas del otro se arrugaban por el dolor. Ingresó otro dedo
más, sacando y metiendo ambos dígitos. Con su mano libre, llevó al condón a su
boca y lo abrió; retiró sus dedos del interior para poder colocarse el condón
con ambas manos, después bañó su miembro con lubricante y volvió a acercarse a
Donghyuck, abriéndole aún más las piernas en el proceso.
El chico no
paraba de moverse y sacudirse, Mark entró en desesperación y lo tomó del cuello
con la mano derecha, Donghyuck detuvo sus acciones y lo miró fijamente.
Mark sonrió
enormemente tras reconocer aquella mirada. Ejerció más fuerza en su agarre,
provocando que Donghyuck tensara el cuerpo, reflejando en su rostro la falta de
aire.
-Vaya, con
que eso es lo que te gusta – exclamó el chico malo al ver cómo el pene de
Doghyuck comenzaba a reaccionar.
Donghyuck no
podía emitir palabra; se sentía descubierto y atrapado. Desde adolescente le
había llamado la atención todo lo relacionado con el BDSM**, pero nunca lo
había llevado a la práctica, ya que nunca, en sus 20 años de vida, había tenido
novio, tampoco solía masturbarse, su timidez no se lo permitía, así que todo lo
que estaba pasando era nuevo para él. No sabía cómo reaccionar y/o controlarse.
Mark
aprovechó la distracción mezclada con nerviosismo por parte del otro para
comenzar a adentrarse en él, alternando la presión en su cuello, dejándole respirar
por algunos segundos para después cortar el paso de oxígeno. La presión en su
pene ocasionada por la tensión en el cuerpo de Donghyuck, estuvo a punto de
hacerle retroceder en varias ocasiones, pero no desistió, pues pudo ver cómo el
moreno luchaba por resistirse al placer que aquello le provocaba.
-Hmn… - un
suave y sutil gemido escapó de la boca de Donghyuck apenas Mark soltó su cuello.
El chico malo
sintió cómo su miembro se ponía más duro luego haber escuchado aquello. Sin
avisar, comenzó a mover sus caderas, primero lento, luego aumentó la velocidad
gradualmente, sosteniendo con su mano derecha la cadera izquierda de Donghyuck
mientras que con la otra se apoyaba en la cama.
Donghyuck
había desviado la mirada hacia el lado derecho, donde se encontraba la puerta,
quería escapar; sus ojos comenzaron a humedecerse y su mirada a nublarse. Mark
se percató de aquello.
-Hey, la
atención aquí – indicó, girándole el rostro con la mano que previamente
sostenía su cadera.
Apenas sus
miradas chocaron, Mark sintió un rush de
adrenalina recorrer su cuerpo; el miedo mezclado con placer en el rostro de
Donghyuck, le provocaba una sensación indescriptible.
-Ah… n-no –
gimió Donghyuck cuando Mark aumentó sus embestidas. Las venas en sus brazos se
marcaron aún más; estaba seguro que sus muñecas sangrarían en cualquier momento
de tantos intentos por soltarse o alejar a su agresor de él.
Mark, quien
estaba entretenido besando y lamiendo el cuello de Donghyuck, detuvo sus
acciones tras escucharlo quejarse; nuevamente lo tomó del cuello, pero esta vez
con ambas manos.
-N-no… hn –
otro gemido ahogado escapó de la boca de Donghyuck.
Mark sintió
aún más presión en su pene. Conocía aquella sensación.
-¿Vas a
venirte? – cuestionó en el oído del otro. Se incorporó para ver su reacción,
quedando a escasos centímetros de su boca -Será mejor que respon—
-S-sí – jadeó
Donghyuck.
Mark sonrió;
retiró una mano de su cuello y con esta lo tomó de la barbilla, para después
acercarse más y besarlo.
No
acostumbraba hacer algo así con sus parejas sexuales, pero los labios de
Donghyuck se veían especialmente tentadores, bañados en saliva, hinchados de
tanto que el pobre chico los había mordido y apretado tratando de suprimir sus
gemidos y lloriqueos, algo que Mark le haría pagar muy caro.
Su lengua
recorrió la boca del otro, procurando que ambos piercings, el que tenía en su
lengua y el de su labio inferior, rozaran cada rincón de su boca. De pronto,
sintió algo húmedo en su vientre, dejó de besarlo.
Donghyuck se
había venido.
-Venirse sin
avisar, eso no se hace – dijo Mark con una macabra sonrisa en el rostro.
Como castigo,
soltó su cuello. Con ambas manos tomó fuertemente sus caderas y aumentó
descomunalmente la velocidad de sus embestidas, haciendo que la cabecera de la
cama golpeara con fuerza la pared. Quedó orgulloso cuando sintió cómo todo el
cuerpo de Donghyuck volvía a tensarse, apretando su pene aún más, si es que eso
era posible.
-N-no…
déj-déjame… ah… - suplicaba Donghyuck.
-Qué bien te
sientes, maldita sea – jadeó Mark, ignorando por completo las palabras del
otro, enfocándose en su propio placer -Mierda, ya voy a acabar.
Dicho y
hecho, Mark golpeó un par de veces más el interior del otro, para después
soltar todas las emociones que había reprimido durante la semana tras una tonta
discusión con el dueño del bar donde tocaba con su banda todas las noches; por
eso había desaparecido tantos días, tuvo que esconderse en casa de Jeno pues
había sido amenazado por aquel sujeto.
Estaba
sumamente agitado y bañado en sudor. Bajó la mirada, percatándose de que
Donghyuck se había desmayado, probablemente por la intensidad del momento y la
tortura constante que había recibido.
Salió de él,
se retiró el condón y lo lanzó al bote de basura, tomó la cajetilla de cigarros
y el encendedor que estaban sobre el buró y apoyó la espalda en la cabecera no
sin antes poner una almohada para no lastimarse con los barrotes de metal de
ésta.
-Nunca
imaginé que alguien como tú podría resultar tan interesante – exclamó ante un
inconsciente Donghyuck, para después encender un cigarrillo -Me voy a divertir
mucho contigo, Donghyuck – exhaló el humo acumulado en su boca y nariz.
Había algo
que casi nadie sabía de Mark y eso
era que, de vez en cuando, le gustaba tener sexo con hombres. Generalmente los
contactaba por aplicaciones de citas y se encontraba con ellos en su departamento
donde tenía todos sus juguetes,
porque sí, Mark disfrutaba del sexo duro con
hombres, pero aquellos chicos se prestaban a todo y hasta cierto punto
exageraban sus reacciones, algo que le dejaba insatisfecho.
Pero…
El chico a su
lado había probado ser todo lo contrario; estaba limpio, inocente, listo para
ser corrompido por él, y al mismo tiempo tenía una oscuridad interna que no
dudaría en, paradójicamente, sacar a la luz.
Continuará…
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